Día litúrgico: 7 de Enero (Feria del tiempo de Navidad)
Texto del Evangelio (Mt 4,12-17.23-25):
En aquel tiempo, cuando Jesús oyó que Juan estaba preso, se retiró a
Galilea. Y dejando la ciudad de Nazaret, fue a morar en Cafarnaún,
ciudad marítima, en los confines de Zabulón y de Neftalí. Para que se
cumpliese lo que dijo Isaías el profeta: «Tierra de Zabulón y tierra de
Neftalí, camino de la mar, de la otra parte del Jordán, Galilea de los
gentiles. Pueblo que estaba sentado en tinieblas, vio una gran luz, y a
los que moraban en tierra de sombra de muerte les nació una luz».
Desde entonces comenzó Jesús a predicar y a decir: «Haced penitencia, porque el Reino de los cielos está cerca». Y andaba Jesús rodeando toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos y predicando el Evangelio del Reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia del pueblo. Y corrió su fama por toda Siria, y le trajeron todos los que tenían algún mal, poseídos de varios achaques y dolores, y los endemoniados, y los lunáticos y los paralíticos, y los sanó. Y le fueron siguiendo muchas gentes de Galilea y de Decápolis y de Jerusalén y de Judea, y de la otra ribera del Jordán.
Desde entonces comenzó Jesús a predicar y a decir: «Haced penitencia, porque el Reino de los cielos está cerca». Y andaba Jesús rodeando toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos y predicando el Evangelio del Reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia del pueblo. Y corrió su fama por toda Siria, y le trajeron todos los que tenían algún mal, poseídos de varios achaques y dolores, y los endemoniados, y los lunáticos y los paralíticos, y los sanó. Y le fueron siguiendo muchas gentes de Galilea y de Decápolis y de Jerusalén y de Judea, y de la otra ribera del Jordán.
Comentario
El Reino de los cielos está cerca
Hoy,
por así decirlo, recomenzamos. El «Pueblo que estaba sentado en
tinieblas, vio una gran luz» (Mt 4,16), nos dice el profeta Isaías,
citado en este Evangelio de hoy, y que nos remite al que escuchábamos en
Nochebuena. Volvemos a comenzar, tenemos una nueva oportunidad. El
tiempo es nuevo, la ocasión lo merece, dejemos —humildemente— que el
Padre actúe en nuestra vida.Hoy comienza el tiempo en que Dios nos da una vez más su tiempo para que lo santifiquemos, para que estemos cerca de Él y hagamos de nuestra vida un servicio de cara a los otros. La Navidad se acaba, lo hará el próximo domingo —si Dios quiere— con la fiesta del Bautismo del Señor, y con ella se da el pistoletazo de salida para el nuevo año, para el tiempo ordinario —tal y como decimos en la liturgia cristiana— para vivir in extenso el misterio de la Navidad. La Encarnación del Verbo nos ha visitado en estos días y ha sembrado en nuestros corazones, de manera infalible, su Gracia salvadora que nos encamina, nuevamente, hacia el Reino del Cielo, el Reino de Dios que Cristo vino a inaugurar entre nosotros, gracias a su acción y compromiso en el seno de nuestra humanidad.
Por esto, nos dice san León Magno que «la providencia y misericordia de Dios, que ya tenía pensado ayudar —en los tiempos recientes— al mundo que se hundía, determinó la salvación de todos los pueblos por medio de Cristo».
Ahora es el tiempo favorable. No pensemos que Dios actuaba más antes que ahora, que era más fácil creer cerca de Jesús —físicamente, quiero decir— que ahora que no le vemos tal como es. Los sacramentos de la Iglesia y la oración comunitaria nos otorgan el perdón y la paz y la oportunidad de participar, nuevamente, en la obra de Dios en el mundo, a través de nuestro trabajo, estudio, familia, amigos, diversión o convivencia con los hermanos. ¡Que el Señor, fuente de todo don y de todo bien, nos lo haga posible!
Oración
Señor Dios nuestro
Tu reino comenzó a tomar forma
cuando tu Hijo mostró su cuidado
por los enfermos y por todos los que sufren.
Ayúdanos a auxiliar a nuestros hermanos
y a preocuparnos de ellos,
especialmente de los pobres, los desposeídos,
y los inadaptados a la vida.
Que ésta sea la señal
de que su Espíritu está obrando en nosotros
y de que tu mismo Hijo está presente entre nosotros,
él que es nuestro Señor y Salvador
por los siglos de los siglos.-
Hermanos: Jesús nos ha mandado que nos amemos unos a otros
y él mismo fue nuestro modelo curando a los enfermos y afligidos.
Que sepamos nosotros continuar su trabajo.
Y que el Padre, Hijo y Espíritu santo nosacompanen en todo lugar.
Feliz Martes para todos !!!
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La luz, de donde venga
El relato de la Epifanía termina siendo toda una parábola de la vida del creyente.Del creyente que no ve y descubre la luz del candil de una estrella.
Del creyente que sigue el camino de la luz.
Del creyente que, en sus dudas, busca la luz que se había apagado.
Del creyente que, en sus oscuridades, no se detiene sino que pregunta.
Del creyente que, acepta la luz, incluso de quienes viven en la oscuridad.
Para ellos, los que debían tener luz sobre el lugar dónde había nacido el Niño, eran los de Jerusalén.
Hasta se imaginaron que quien pudiera hacer luz en su camino sería Herodes, que vivían en la mayor oscuridad.
Alguien que más le preocupaba el sillón de Rey, que el nacimiento de Dios encarnado.
Resulta curioso el relato:
Quienes habían perdido la luz que los guiaba preguntan a quien no tenía luz.
Y quien carecía de la luz, termina poniéndoles en el camino de la luz.
También él debió de preguntar.
Pero de pregunta en pregunta la estrella vuelve a encenderse.
Y gracias a quien carecía de luz ellos se alegraron mucho de ver de nuevo la estrella y así llegar hasta la cuna de Belén.
Herodes y todo Jerusalén se estremecieron con la noticia traída por unos paganos.
La vida del hombre, como la vida del creyente, necesita de la luz.
Luz para reconocernos a nosotros mismos.
Luz para reconocer a los demás.
Luz para reconocer los caminos de la vida.
Luz para llegar a Dios.
Y lo interesante es descubrir que hasta los malos pueden convertirse en luz.
Lo importante no es saber de dónde viene la luz.
Lo importante es que la luz alumbres nuestros caminos.
Es preciso estar abiertos a la luz, venga de donde venga.
Puede venir de los buenos, que sería lo lógico.
Puede venir de los malos, también ellos pueden ayudarnos a ver.
El Concilio Vaticano II comienza la Constitución sobre la Iglesia llamándola “Luz de las gentes”. La Iglesia es como “el sacramento de la luz para el mundo”.
No siempre la Iglesia emite gran luminosidad.
También ella, compuesta por cada uno de nosotros, puede opacar la luz.
Los últimos tiempos, demasiados acontecimientos han hecho saltar muchos fusibles.
Hemos vivido tiempos con demasiadas sombras.
Sombras proyectadas desde la Cúpula del Vaticano.
Sombras proyectadas desde cuantos “bautizados” nos decimos “luz del mundo”.
Y muchos se escudan en esas sombras para justificar su incredulidad.
Muchos se escudan en esas debilidades y pecados de la Iglesia para justificar el salirse de ella.
Y nos olvidamos, que unos paganos llegaron a “ofrecer sus dones y postrados adorar al Niño”, gracias a las indicaciones de quienes vivían en la oscura noche religiosa.
La Iglesia está llamada a “ser luz”.
A veces se apaga la luz.
Y sin embargo, aún así, la Iglesia, con sus defectos seguirá siendo “luz de las gentes”.
También la Iglesia tendrá que cuestionarse a sí misma.
También los creyentes tendremos que cuestionarnos a nosotros mismos.
Porque, buenos o malos, todos podemos encender una estrella en la vida de los demás.
Por eso, no rechaces la luz, aunque vengan de la oscuridad.
¡Si vieras el sarro que tienen muchas de las tuberías de agua de tu casa!
Y sin embargo cocinas con esa agua.
Y bebes de esa agua, aunque no falten sibaritas que prefieren comprar esos botellas de agua.
No mires a quien enciende la luz.
Lo importante es que tú puedas ver.
No mires a quien te señala el camino de Dios.
Lo importante es que llegues hasta Él.
juanjauregui.es