Santo Evangelio Enero 6, 2014
Jesús predica en Galilea
Mateo 4, 12-17. 23-25.
Navidad.
Jesús nos invita a convertirnos porque... ¡El Reino de los cielos ya ha llegado!
Del santo Evangelio según san Mateo 4, 12-17. 23-25
Al enterarse Jesus de que Juan había sido entregado, se retiró a Galilea. Y dejando Nazaret, se fue a vivir a Cafarnaúm junto al mar, en el término de Zabulón y Neftalí; para que se cumpliera el oráculo del profeta Isaías:¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí, camino del mar, allende el Jordán, Galilea de los gentiles!. El pueblo que habitaba en tinieblas ha visto una gran luz; a los que habitaban en paraje de sombras de muerte una luz les ha amanecido. Desde entonces comenzó Jesús a predicar y decir: «Convertíos, porque el Reino de los Cielos ha llegado.» Recorría Jesús toda Galilea, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Su fama llegó a toda Siria; y le trajeron todos los que se encontraban mal con enfermedades y sufrimientos diversos, endemoniados, lunáticos y paralíticos, y los curó. Y le siguió una gran muchedumbre de Galilea, Decápolis, Jerusalén y Judea, y del otro lado del Jordán.
Oración introductoria
Creo en Ti Señor porque eres la Verdad misma. Espero en Ti porque eres la Misericordia infinita. Te amo, pero ayúdame a amarte más porque Tú eres el único digno de ser amado sobre todas las cosas.
Petición
Señor, cúrame, hazme ser fiel a tu amor. Concédeme ser un apóstol esforzado y fiel de tu Reino.
Meditación del Papa Francisco
Jesús no quiere obrar solo, vino a traer al mundo el amor de Dios y quiere difundirlo con el estilo de la comunión, con el estilo de la fraternidad. Por ello forma inmediatamente una comunidad de discípulos, que es una comunidad misionera. Inmediatamente los entrena para la misión, para ir.
Pero atención: el fin no es socializar, pasar el tiempo juntos, no, la finalidad es anunciar el Reino de Dios, ¡y esto es urgente! También hoy es urgente. No hay tiempo que perder en habladurías, no es necesario esperar el consenso de todos, hay que ir y anunciar.
La paz de Cristo se lleva a todos, y si no la acogen, se sigue igualmente adelante. A los enfermos se lleva la curación, porque Dios quiere curar al hombre de todo mal. ¡Cuántos misioneros hacen esto! Siembran vida, salud, consuelo en las periferias del mundo. ¡Qué bello es esto! No vivir para sí mismo, no vivir para sí misma, sino vivir para ir a hacer el bien.
Hay tantos jóvenes hoy en la Plaza: pensad en esto, preguntaos: ¿Jesús me llama a ir, a salir de mí para hacer el bien? A vosotros, jóvenes, a vosotros muchachos y muchachas os pregunto: vosotros, ¿sois valientes para esto, tenéis la valentía de escuchar la voz de Jesús? ¡Es hermoso ser misioneros! (S.S. Francisco, 7 de julio de 2013).
Reflexión
Todos somos testigos de la gran luz que nos ha iluminado. Cristo niño se ha hecho hombre por amor a nosotros para convertirse en la luz que guiará nuestros pasos.
Se dice que cuando la noche es más oscura es cuando más brillan las estrellas. Podríamos decir también que cuando más oscuro es nuestro peregrinar por este mundo es cuando más brilla la luz de Cristo en nuestros corazones. Cuando más solos nos sentimos es cuando Cristo está más cerca de nosotros. Porque como dice el profeta Isaías: "este mundo camina en tinieblas pero ya ha visto una gran luz que viene a salvarle". No permitamos que la ceguera de nuestro egoísmo entenebrezca la luz de Cristo en nuestros corazones. Tengamos bien abiertos los ojos de la fe en Dios para caminar por la senda del verdadero amor y de la verdadera esperanza.
Sabemos por el evangelio de hoy que el Reino de los cielos ha llegado, pero ¿cómo le hemos recibido? ¿Nos hemos dado cuenta de su llegada? O por el contrario, ¿hemos permitido que otras luces que no es la de Cristo guíen nuestra vida? No gastemos nuestro fuego en otros infiernillos. Confiemos en que Jesús es la verdadera luz que nos traerá aquella felicidad que buscamos en las cosas de este mundo. Porque sólo Cristo llenará las ansias de felicidad que buscamos.
Propósito
Conocer, para vivir, las exhortaciones de mi obispo para la celebración del Año de la Fe.
Diálogo con Cristo
Jesús, quiero tener esa disponibilidad que tuviste siempre para con los demás. Abre mis ojos y mi corazón a las necesidades de quienes están más cerca. Quiero saber salir de mí mismo, de mi comodidad, para ser un auténtico misionero de tu amor en tu Iglesia. Que mi única ilusión sea la de poder gastar, minuto a minuto, la vida que me has ha dado, siguiendo fielmente las indicaciones de tus Pastores.
=
Autor: P Juan Pablo Menéndez | Fuente: Catholic.net
Jesús predica en Galilea
Mateo 4, 12-17. 23-25.
Navidad.
Jesús nos invita a convertirnos porque... ¡El Reino de los cielos ya ha llegado!
Del santo Evangelio según san Mateo 4, 12-17. 23-25
Al enterarse Jesus de que Juan había sido entregado, se retiró a Galilea. Y dejando Nazaret, se fue a vivir a Cafarnaúm junto al mar, en el término de Zabulón y Neftalí; para que se cumpliera el oráculo del profeta Isaías:¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí, camino del mar, allende el Jordán, Galilea de los gentiles!. El pueblo que habitaba en tinieblas ha visto una gran luz; a los que habitaban en paraje de sombras de muerte una luz les ha amanecido. Desde entonces comenzó Jesús a predicar y decir: «Convertíos, porque el Reino de los Cielos ha llegado.» Recorría Jesús toda Galilea, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Su fama llegó a toda Siria; y le trajeron todos los que se encontraban mal con enfermedades y sufrimientos diversos, endemoniados, lunáticos y paralíticos, y los curó. Y le siguió una gran muchedumbre de Galilea, Decápolis, Jerusalén y Judea, y del otro lado del Jordán.
Oración introductoria
Creo en Ti Señor porque eres la Verdad misma. Espero en Ti porque eres la Misericordia infinita. Te amo, pero ayúdame a amarte más porque Tú eres el único digno de ser amado sobre todas las cosas.
Petición
Señor, cúrame, hazme ser fiel a tu amor. Concédeme ser un apóstol esforzado y fiel de tu Reino.
Meditación del Papa Francisco
Jesús no quiere obrar solo, vino a traer al mundo el amor de Dios y quiere difundirlo con el estilo de la comunión, con el estilo de la fraternidad. Por ello forma inmediatamente una comunidad de discípulos, que es una comunidad misionera. Inmediatamente los entrena para la misión, para ir.
Pero atención: el fin no es socializar, pasar el tiempo juntos, no, la finalidad es anunciar el Reino de Dios, ¡y esto es urgente! También hoy es urgente. No hay tiempo que perder en habladurías, no es necesario esperar el consenso de todos, hay que ir y anunciar.
La paz de Cristo se lleva a todos, y si no la acogen, se sigue igualmente adelante. A los enfermos se lleva la curación, porque Dios quiere curar al hombre de todo mal. ¡Cuántos misioneros hacen esto! Siembran vida, salud, consuelo en las periferias del mundo. ¡Qué bello es esto! No vivir para sí mismo, no vivir para sí misma, sino vivir para ir a hacer el bien.
Hay tantos jóvenes hoy en la Plaza: pensad en esto, preguntaos: ¿Jesús me llama a ir, a salir de mí para hacer el bien? A vosotros, jóvenes, a vosotros muchachos y muchachas os pregunto: vosotros, ¿sois valientes para esto, tenéis la valentía de escuchar la voz de Jesús? ¡Es hermoso ser misioneros! (S.S. Francisco, 7 de julio de 2013).
Reflexión
Todos somos testigos de la gran luz que nos ha iluminado. Cristo niño se ha hecho hombre por amor a nosotros para convertirse en la luz que guiará nuestros pasos.
Se dice que cuando la noche es más oscura es cuando más brillan las estrellas. Podríamos decir también que cuando más oscuro es nuestro peregrinar por este mundo es cuando más brilla la luz de Cristo en nuestros corazones. Cuando más solos nos sentimos es cuando Cristo está más cerca de nosotros. Porque como dice el profeta Isaías: "este mundo camina en tinieblas pero ya ha visto una gran luz que viene a salvarle". No permitamos que la ceguera de nuestro egoísmo entenebrezca la luz de Cristo en nuestros corazones. Tengamos bien abiertos los ojos de la fe en Dios para caminar por la senda del verdadero amor y de la verdadera esperanza.
Sabemos por el evangelio de hoy que el Reino de los cielos ha llegado, pero ¿cómo le hemos recibido? ¿Nos hemos dado cuenta de su llegada? O por el contrario, ¿hemos permitido que otras luces que no es la de Cristo guíen nuestra vida? No gastemos nuestro fuego en otros infiernillos. Confiemos en que Jesús es la verdadera luz que nos traerá aquella felicidad que buscamos en las cosas de este mundo. Porque sólo Cristo llenará las ansias de felicidad que buscamos.
Propósito
Conocer, para vivir, las exhortaciones de mi obispo para la celebración del Año de la Fe.
Diálogo con Cristo
Jesús, quiero tener esa disponibilidad que tuviste siempre para con los demás. Abre mis ojos y mi corazón a las necesidades de quienes están más cerca. Quiero saber salir de mí mismo, de mi comodidad, para ser un auténtico misionero de tu amor en tu Iglesia. Que mi única ilusión sea la de poder gastar, minuto a minuto, la vida que me has ha dado, siguiendo fielmente las indicaciones de tus Pastores.
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Autor: P Juan Pablo Menéndez | Fuente: Catholic.net
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¿Qué cosas me gustan a mí de esta fiesta de la Epifanía?
A decir verdad, muchas:
Me gusta ver al hombre caminando, buscando.
Me gusta ver al hombre buscando a Dios.
Me gusta ver al hombre que en medio de sus oscuridades no se echa atrás sino que sigue adelante, aunque sea preguntando.
Me gusta ver al hombre de rodillas delante de Dios.
Me gusta ver al hombre que no se avergüenza de postrarse y adorar a Dios en su corazón.
Me gusta ver que el hombre es capaz de cambiar de camino y no andar por los caminos de siempre.
Me gusta ver que el hombre es capaz de escuchar la voz de Dios que habla en su corazón y acepta el cambio.
Me gusta ver que Dios se revela y manifiesta a los de afuera, a aquellos que decimos que no creen.
Me gusta ver a Dios que sonríe niño a los que vienen de lejos.
Me gusta ver a Dios abriéndose a todos y no dejándose encerrar en pequeñas geografías o en pequeños grupos selectos que se creen los únicos dueños de la verdad.
Me gusta ver a Dios que no es propiedad exclusiva de nadie, porque pertenece a todos.
Me gusta, porque la Epifanía es la fiesta de los “signos”, de las “señales” de Dios. La fiesta del descubrir y reconocer “las presencias” de Dios en los signos de los tiempos.
Por eso me gusta la Fiesta de la Epifanía.
¿Qué cosas no me gustan de esta fiesta de la Epifanía?
Muchas. La verdad que muchas. Por ejemplo:
No me gusta que los Reyes Magos le hayan robado la fiesta al Niño.
No me gusta que los Reyes Magos pretendan ser los protagonistas y nos hagan olvidar al Niño Dios recostado en la pobreza de un pesebre.
No me gusta que en sus dudas, estos tres personajes, hayan consultado a los grandes, creyendo que son los grandes los que tienen la verdad.
No me gusta que los tres famosos Reyes Magos que van buscando al Dios recién nacido, hayan ido a consultar a la poderosa institución política y religiosa de Jerusalén. ¿Acaso no son precisamente los pobres, los excluidos, los marginados, los mejores sacramentos que revelan y manifiestan la verdad del Evangelio y de Dios? ¿Por qué no preguntaron a los sencillos pastores que fueron los primeros en descubrir el camino?
No me gusta que los Reyes Magos piensen rendir homenaje al Dios acostado en un pesebre, ofreciéndole los signos de la riqueza como es el “oro”, cuando precisamente Dios se está revelando, encarnando en la pobreza y en los pobres. ¿No era él suficientemente rico y sin embargo había elegido la pobreza: “hacerse pobre”?
Como tampoco me gusta que le hayan llevado el “incienso”, como signo de reconocimiento de alabanza y homenaje a los de arriba, cuando precisamente Dios se revela en la sencillez y en la humildad, rebajándose hasta “hacerse uno cualquiera”.
No dejemos tampoco que hoy, sean los niños los que nos roban al Dios de la Epifanía.
No dejemos tampoco que los regalos, los camellos y los tres barbudos, nos roben la presencia de Dios en medio de nosotros.
Que no es la Fiesta de los Reyes, de los grandes, sino la fiesta de un Dios hecho Niño, manifestándose al mundo en la pobreza de los que tampoco hoy tienen casa, de los que también hoy las ciudades escupen hacia fuera y los convierte en marginados y excluidos.
Qué me gusta y qué no me gusta de la Epifanía
“… después abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra”. (Mt 2,1-12)¿Qué cosas me gustan a mí de esta fiesta de la Epifanía?
A decir verdad, muchas:
Me gusta ver al hombre caminando, buscando.
Me gusta ver al hombre buscando a Dios.
Me gusta ver al hombre que en medio de sus oscuridades no se echa atrás sino que sigue adelante, aunque sea preguntando.
Me gusta ver al hombre de rodillas delante de Dios.
Me gusta ver al hombre que no se avergüenza de postrarse y adorar a Dios en su corazón.
Me gusta ver que el hombre es capaz de cambiar de camino y no andar por los caminos de siempre.
Me gusta ver que el hombre es capaz de escuchar la voz de Dios que habla en su corazón y acepta el cambio.
Me gusta ver que Dios se revela y manifiesta a los de afuera, a aquellos que decimos que no creen.
Me gusta ver a Dios que sonríe niño a los que vienen de lejos.
Me gusta ver a Dios abriéndose a todos y no dejándose encerrar en pequeñas geografías o en pequeños grupos selectos que se creen los únicos dueños de la verdad.
Me gusta ver a Dios que no es propiedad exclusiva de nadie, porque pertenece a todos.
Me gusta, porque la Epifanía es la fiesta de los “signos”, de las “señales” de Dios. La fiesta del descubrir y reconocer “las presencias” de Dios en los signos de los tiempos.
Por eso me gusta la Fiesta de la Epifanía.
¿Qué cosas no me gustan de esta fiesta de la Epifanía?
Muchas. La verdad que muchas. Por ejemplo:
No me gusta que los Reyes Magos le hayan robado la fiesta al Niño.
No me gusta que los Reyes Magos pretendan ser los protagonistas y nos hagan olvidar al Niño Dios recostado en la pobreza de un pesebre.
No me gusta que en sus dudas, estos tres personajes, hayan consultado a los grandes, creyendo que son los grandes los que tienen la verdad.
No me gusta que los tres famosos Reyes Magos que van buscando al Dios recién nacido, hayan ido a consultar a la poderosa institución política y religiosa de Jerusalén. ¿Acaso no son precisamente los pobres, los excluidos, los marginados, los mejores sacramentos que revelan y manifiestan la verdad del Evangelio y de Dios? ¿Por qué no preguntaron a los sencillos pastores que fueron los primeros en descubrir el camino?
No me gusta que los Reyes Magos piensen rendir homenaje al Dios acostado en un pesebre, ofreciéndole los signos de la riqueza como es el “oro”, cuando precisamente Dios se está revelando, encarnando en la pobreza y en los pobres. ¿No era él suficientemente rico y sin embargo había elegido la pobreza: “hacerse pobre”?
Como tampoco me gusta que le hayan llevado el “incienso”, como signo de reconocimiento de alabanza y homenaje a los de arriba, cuando precisamente Dios se revela en la sencillez y en la humildad, rebajándose hasta “hacerse uno cualquiera”.
No dejemos tampoco que hoy, sean los niños los que nos roban al Dios de la Epifanía.
No dejemos tampoco que los regalos, los camellos y los tres barbudos, nos roben la presencia de Dios en medio de nosotros.
Que no es la Fiesta de los Reyes, de los grandes, sino la fiesta de un Dios hecho Niño, manifestándose al mundo en la pobreza de los que tampoco hoy tienen casa, de los que también hoy las ciudades escupen hacia fuera y los convierte en marginados y excluidos.