Evangelio y Comentario de hoy Jueves 05 de Diciembre 2013

Día litúrgico: Jueves  I de Adviento
Lectura del santo evangelio según san Mateo (7,21.24-27):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No todo el que me dice "Señor, Señor" entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo. El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca. El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se hundió totalmente.»
Palabra del Señor

Comentario 

Querido amigo/a:
En medio de los quehaceres cotidianos, van pasando los días del Adviento. Y aunque sea por un breve espacio de tiempo, en tu encuentro diario con la Palabra de Dios, el Señor quiere recordarte la clave que en este tiempo debemos actualizar en nuestras vidas: la esperanza. No hay nada que no pueda ser levantado de nuevo, nada que no pueda ser restaurado desde sus cenizas. Recuerda que para Dios nada hay imposible. Nada de lo que haya pasado en tu historia personal, por muy dramático que haya sido, tiene el dominio sobre tu corazón; nada, si tú no quieres, puede endurecerte o entristecerte hasta el extremo.
Mira de nuevo al primer protagonista del Adviento que nos acompaña durante su inicio: el profeta Isaías. En el cántico triunfal de hoy, Dios invierte la situación derribando a la ciudad encumbrada y haciendo de los humildes una ciudad fuerte: doblegó a los habitantes de la altura y a la ciudad elevada; la humilló, la humilló hasta el suelo, la arrojó al polvo, y la pisan los pies, los pies del humilde, las pisadas de los pobres. El Señor siempre favorece a los que confían en Él, de ahí les viene su firmeza y su fuerza.
Y por si no lo vemos del todo claro, Jesús nos lo explica con la comparación de la roca y la arena. No importa lo que te suceda si verdaderamente pones tu confianza en el Señor. Digo verdaderamente, porque cuando Jesús utilizó estas palabras eran muy frecuentes en su tiempo los falsos creyentes, los falsos profetas, los falsos doctores. Por eso dice Jesús en el evangelio de Mateo, …No todo el que me dice "Señor, Señor… Al Señor no le interesa la ortodoxia, sino la ortopraxis, es decir, el que verdaderamente  cumple o intenta cumplir: la voluntad de mi Padre. Si confiamos de esta manera, si nos tomamos en serio nuestra fe, ya pueden soplar los vientos más huracanados o temblar la tierra en su máxima escala Richter, que nuestra casa, nuestra integridad, permanecerá en pie porque está bien cimentada. Por esta razón tenemos motivos para la esperanza. Quizá puedo aprovechar este tiempo de Adviento para rellenar las grietas de mis cimientos con el hormigón de la oración, los sacramentos y las buenas obras, porque  antes prefiero ser 
prudente que necio. 

Oración Colecta
Señor Dios nuestro:
Para los que confían en ti
y viven el evangelio de tu Hijo
tú eres una roca sólida, segura y fiable.
Que nuestra fe no se tambalee
en las tormentas y tensiones de nuestro tiempo,
antes bien, danos el valor de vivir,
de un modo coherente y radical, según creemos,
para que como Jesús cumplamos tu voluntad
y vivamos en tu amor
ahora y por los siglos de los siglos.


Hermanos: Construyamos nuestra casa sobre roca. Edifiquemos nuestra vida sobre el Señor y su Evangelio,  y nunca nos sentiremos decepcionados, ya que Dios nos ama y está con nosotros.
Lluvia de Bendiciones para todos los que nos visitan!!!

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Construimos sobre arena
Jueves primera semana de Adviento
“Será como el hombre prudente que edificó su cada sobre roca: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos… pero la casa no cayó, porque estaba cimentada sobre roca”. (Mt 7,21-28)
Hace unos dos años comenzaron a levantar un gran hotel. La verdad es que, si no me equivoco, tardaron más en sacar tierra y buscar los cimientos que en levantar luego el edificio. Dicen que tiene cinco pisos bajo tierra. Hay parking para coches, hay piscinas climatizadas e incluso no sé si habrá casino. Cada día se veía salir camiones y más camiones de tierra, y miraba desde una terraza y veía a los obreros que parecían muñecos allá abajo, me preguntaba si iban a hacer el Hotel bajo tierra. El ingeniero, que era muy simpático, un día me respondió: “Juan, lo primero tenemos que aprovechar al máximo el terreno, y luego, usted que es sacerdote, ¿no ha leído que hay que construir sobre roca firme?” Era la primera vez que escuchaba a un ingeniero de construcción citarme el Evangelio. Confieso que no le pregunté si era creyente o simple lector del Evangelio. Pero tengo que reconocer que sí lo conocía y lo ponía en práctica.
Jesús no quiere que construyamos nuestra Iglesia y nuestras vidas sobre cascajo o arena movediza.
Jesús no quiere que construyamos nuestra Iglesia y nuestras vidas sobre sentimientos pasajeros sino sobre convencimientos sólidos y sobre la roca de su Evangelio.

A veces pienso que construimos demasiado sobre la arena siempre movediza.
Que construimos la Iglesia, sobre grandes manifestaciones y grandes aplausos, que al día siguiente se apagan.
Que construimos nuestra comunidad cristiana, sobre bautismos sin fe, llevados con frecuencia, más por la fiesta, que por la verdad del sacramento.
Que construimos el matrimonio, más sobre los sentimientos, que sobre el verdadero amor.
Que construimos el matrimonio, más sobre la frágil arena de una boda bonita, que sobre la vivencia profunda del sacramento.
No faltan suegras, muy buenas, de eso no tengo duda, que se atreven a pedirle al sacerdote que sea breve en la homilía, para darle más espacio al coro y la música. O incluso, aquella que un día me pidió si le permitía cantar “Medias de seda” porque a ella le encantaba esa canción.

Dios no construye sobre arena.
Dios construye siempre sobre roca firme.
Jesús le llamó a Simón, Pedro, es decir roca.
Jesús construye sobre la roca del amor.
Jesús construye sobre la roca de la igualdad.
Jesús construye sobre la roca de la fraternidad.
Jesús construye sobre la roca de la comunidad.
Jesús construye sobre la roca del amor y preferencia por los pobres y débiles.
Jesús construye sobre la roca del compartir solidario con los que tienen hambre.
Jesús construye sobre la roca del servicio a los demás.
Jesús construye sobre la roca de “dar la vida por los otros”.
¿No dicen que el Calvario se llamaba “calavera” porque era una roca que parecía una calavera?
Jesús construye sobre la roca de la cruz enclavada en la calavera.

Dios construye sobre la roca de la Navidad, que es la debilidad y la pobreza de un pesebre de pastores.
Dios construye sobre la roca de la encarnación que es el “rebajarse” y hacerse como uno “cualquiera de nosotros”.
Dios construye sobre el amor al prójimo y no sobre la ley.
Dios construye sobre la ayuda al que sufre y no sobre la santidad del sábado.
La debilidad es la roca de Dios.
¿No os habéis dado cuenta de cómo, ante los grandes vientos y tempestades, la fragilidad de los mimbres se doblan pero no se rompen, a diferencia de los árboles que se arrancan y quiebran?
Por eso, la roca de Dios es la “encarnación”, que es la mejor manifestación de su amor al mundo.
¿Sobre qué roca construye el mundo?
¿Sobre qué roca construye la Iglesia?
¿Sobre qué roca construimos nosotros?

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