Día litúrgico: Viernes XXXI del tiempo ordinario
Texto del Evangelio (Lc 16,1-8):
En aquel tiempo, Jesús decía a sus discípulos: «Había un hombre rico
que tenía un administrador a quien acusaron ante él de malbaratar su
hacienda; le llamó y le dijo: ‘¿Qué oigo decir de ti? Dame cuenta de tu
administración, porque ya no podrás seguir administrando’. Se dijo a sí
mismo el administrador: ‘¿Qué haré, pues mi señor me quita la
administración? Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza. Ya sé lo que
voy a hacer, para que cuando sea removido de la administración me
reciban en sus casas’.
»Y convocando uno por uno a los deudores de su señor, dijo al primero: ‘¿Cuánto debes a mi señor?’. Respondió: ‘Cien medidas de aceite’. Él le dijo: ‘Toma tu recibo, siéntate en seguida y escribe cincuenta’. Después dijo a otro: ‘Tú, ¿cuánto debes?’. Contestó: ‘Cien cargas de trigo’. Dícele: ‘Toma tu recibo y escribe ochenta’.
»El señor alabó al administrador injusto porque había obrado astutamente, pues los hijos de este mundo son más astutos con los de su generación que los hijos de la luz».
»Y convocando uno por uno a los deudores de su señor, dijo al primero: ‘¿Cuánto debes a mi señor?’. Respondió: ‘Cien medidas de aceite’. Él le dijo: ‘Toma tu recibo, siéntate en seguida y escribe cincuenta’. Después dijo a otro: ‘Tú, ¿cuánto debes?’. Contestó: ‘Cien cargas de trigo’. Dícele: ‘Toma tu recibo y escribe ochenta’.
»El señor alabó al administrador injusto porque había obrado astutamente, pues los hijos de este mundo son más astutos con los de su generación que los hijos de la luz».
Comentario
Los hijos de este mundo son más astutos (...) que los hijos de la luz
Hoy,
el Evangelio nos presenta una cuestión sorprendente a primera vista. En
efecto, dice el texto de san Lucas: «El señor alabó al administrador
injusto porque había obrado astutamente» (Lc 16,8).
Evidentemente, no se nos propone aquí que seamos injustos en nuestras relaciones, y menos aún con el Señor. No se trata, por tanto, de una alabanza a la estafa que comete el administrador. Lo que Jesús manifiesta con su ejemplo es una queja por la habilidad en solucionar los asuntos de este mundo y la falta de verdadero ingenio por parte de los hijos de la luz en la construcción del Reino de Dios: «Los hijos de este mundo son más astutos con los de su generación que los hijos de la luz» (Lc 16,8).
Todo ello nos muestra —¡una vez más!— que el corazón del hombre continúa teniendo los mismos límites y pobrezas de siempre. En la actualidad hablamos de tráfico de influencias, de corrupción, de enriquecimientos indebidos, de falsificación de documentos... Más o menos como en la época de Jesús.
Pero la cuestión que todo esto nos plantea es doble: ¿Acaso pensamos que podemos engañar a Dios con nuestras apariencias, con nuestra mediocridad como cristianos? Y, al hablar de astucia, tendríamos también que hablar de interés. ¿Estamos interesados realmente en el Reino de Dios y su justicia? ¿Es frecuente la mediocridad en nuestra respuesta como hijos de la luz? Jesús dijo también que allí donde esté nuestro tesoro estará nuestro corazón (cf. Mt 6,21). ¿Cuál es nuestro tesoro en la vida? Debemos examinar nuestros anhelos para conocer dónde está nuestro tesoro... Nos dice san Agustín: «Tu anhelo continuo es tu voz continua. Si dejas de amar callará tu voz, callará tu deseo».
Quizás hoy, ante el Señor, tendremos que plantearnos cuál ha de ser nuestra astucia como hijos de la luz, es decir nuestra sinceridad en las relaciones con Dios y con nuestros hermanos. «En verdad, la vida es siempre una opción: entre honradez e injusticia, entre fidelidad e infidelidad, entre bien y mal (…). En definitiva —dice Jesús— hay que decidirse» (Benedicto XVI).
Evidentemente, no se nos propone aquí que seamos injustos en nuestras relaciones, y menos aún con el Señor. No se trata, por tanto, de una alabanza a la estafa que comete el administrador. Lo que Jesús manifiesta con su ejemplo es una queja por la habilidad en solucionar los asuntos de este mundo y la falta de verdadero ingenio por parte de los hijos de la luz en la construcción del Reino de Dios: «Los hijos de este mundo son más astutos con los de su generación que los hijos de la luz» (Lc 16,8).
Todo ello nos muestra —¡una vez más!— que el corazón del hombre continúa teniendo los mismos límites y pobrezas de siempre. En la actualidad hablamos de tráfico de influencias, de corrupción, de enriquecimientos indebidos, de falsificación de documentos... Más o menos como en la época de Jesús.
Pero la cuestión que todo esto nos plantea es doble: ¿Acaso pensamos que podemos engañar a Dios con nuestras apariencias, con nuestra mediocridad como cristianos? Y, al hablar de astucia, tendríamos también que hablar de interés. ¿Estamos interesados realmente en el Reino de Dios y su justicia? ¿Es frecuente la mediocridad en nuestra respuesta como hijos de la luz? Jesús dijo también que allí donde esté nuestro tesoro estará nuestro corazón (cf. Mt 6,21). ¿Cuál es nuestro tesoro en la vida? Debemos examinar nuestros anhelos para conocer dónde está nuestro tesoro... Nos dice san Agustín: «Tu anhelo continuo es tu voz continua. Si dejas de amar callará tu voz, callará tu deseo».
Quizás hoy, ante el Señor, tendremos que plantearnos cuál ha de ser nuestra astucia como hijos de la luz, es decir nuestra sinceridad en las relaciones con Dios y con nuestros hermanos. «En verdad, la vida es siempre una opción: entre honradez e injusticia, entre fidelidad e infidelidad, entre bien y mal (…). En definitiva —dice Jesús— hay que decidirse» (Benedicto XVI).
Oración Colecta
Señor Dios nuestro:
Tú nos has hecho responsables contigo
de muchas personas y cosas:
de nosotros mismos, de otras personas,
del futuro de este nuestro mundo.
Te pedimos la gracia de ser buenos administradores
de todo lo que nos has confiado.
Ayúdanos a usar sabia y rectamente nuestros talentos
al servicio de todo lo justo y bueno,
inspirados siempre por la fe
y viviendo en el amor
de Jesucristo nuestro Señor.
Hermanos: Dios nos ha confiado mucho, como para estar permanentemente
agradecidos: nos ha dado nuestros talentos y cualidades, nuestros
familiares y amigos, tantas otras personas buenas a nuestro lado, las
riquezas de la naturaleza… Preocupémonos y cuidémonos de todo lo que se
nos ha encomendado.
Feliz Viernes a todos los que nos leen!!!
https://www.facebook.com/snfranciscoxavier.comunidadcatolica
Viernes de la semana 31 del Tiempo Ordinario
“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: [ «Un hombre rico tenía un administrador y le llegó la denuncia de que derrochaba sus bienes. Entonces lo llamó y le dijo: '¿Qué es lo que me cuentan de ti? Entrégame el balance de tu gestión, porque quedas despedido.' El administrador se puso a echar sus cálculos: '¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar, me da vergüenza. Yo sé lo que voy a hacer para que cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa.' Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo, y dijo al primero: '¿Cuánto debes a mi amo?' Este respondió: "Cien barriles de aceite.' El le dijo: 'Aquí está tu recibo: aprisa, siéntate y escribe «cincuenta… » (Lc 16,1-8)
En una ocasión, me vi precisado a recuperar una página de Internet.
Se trataba de una página donde figuraba la contabilidad de una comunidad. Todo fue normal, hasta que, fijándome en los números, me di con la sorpresa de que en una de las líneas de ingreso figuraban 0.50 céntimos. La verdad que me eché a reír, porque personalmente cincuenta céntimos yo no los hubiese dado como ingreso ni tampoco como salida.
Pero siempre hay detallistas para quienes:
Lo poco también es importante.
Lo poco también cuenta.
Y pensé en las playas.
Un montón de arenillas arrastradas por las aguas.
Una a una no eran nada.
Todas juntas eran toda una playa para disfrute de los bañistas en el verano.
Y pensé en el Evangelio de hoy.
“El que es de fiar en lo menudo, también en lo importante es de fiar”.
“El que es no es honrado en lo menudo, tampoco en lo importante es honrado”.
Y me he hecho y os hago dos cuestionamientos:
Nuestras relaciones con Dios suelen estar hechas de pequeños detalles.
En nuestras relaciones con Dios no siempre se trata de grandes exigencias.
Nuestras relaciones con Dios suelen basarse en pequeños detalles de fidelidad.
Fidelidad a nuestras pequeñas oraciones.
Fidelidad a nuestras pequeñas exigencias con el hermano.
Fidelidad a nuestras pequeñas exigencias de amor.
Fidelidad a nuestras pequeñas atenciones a los necesitados.
Fidelidad a nuestras pequeñas atenciones no solo a los pecados gordos sino a nuestras pequeñas faltas que algunos llaman “faltas y que ni siquiera llegan a pecados veniales”.
Fidelidad a las pequeñas cosas que Dios nos pide cada día, porque Dios no siempre nos pide ser mártires dando nuestra fe por el Evangelio.
Dios puede pedirnos que hoy seamos sinceros en los pequeños detalles.
Y pensé en nuestra vida de cada día:
En nuestro amor, que no siempre nos exige grandes manifestaciones.
En nuestras relaciones con los demás, que no siempre nos exigen grandes gestos sino pequeños detalles.
Pensé en la vida de los esposos:
Que no está hecha de grandes heroísmos, sino de simples delicadezas.
Que no está hecha de grandes regalos, sino de pequeñas sonrisas.
Que no está hecha de grandes sacrificios, sino de simples detalles:
El sonreírte cada día.
El hablarte palabras de bondad cada día.
No en comprarte una gran joya para que luzcas bonita.
Sino en una llamada de teléfono para hacerte sentir que pienso en ti.
No en llevarte de paseo a Miami.
Si no es ver a tu lado la TV.
No en regalarte una radio último modelo para que escuches tu música.
Si no en sentarme a tu lado para decirte que te quiero.
No en decirte que tú eres una Miss Universo.
Sino decirte: ¡qué bonita estás hoy, qué bien te cae ese peinado!
La fidelidad se manifiesta en los pequeños detalles.
El amor se manifiestas en los pequeños gestos.
El amor se manifiesta en una palabra de bondad.
El amor se manifiesta en un “siéntate que yo lavo yo los platos”.
Por eso mismo Jesús nos dice que:
No somos de fiar por hacer cosas grandes.
Sino porque somos fieles en las cosas pequeñas.
No se trata de evitar los pecados “gordos”.
Sino en evitar las pequeñas mentiras, que llamamos “piadosas o blancas”.
Conozco a un amigo que el día de la Madre le regaló a su esposa un Mercedes.
Y al año estaban separados.
Y conozco a un simple campesino que solo le pudo regalar la “Misa de 7 de la mañana” y son un matrimonio feliz.
No esperes a ser el campeón del mundo.
Comienza porque te dejen correr.
No pienses en milagros que resucitan muertos.
Comienza por una caricia.
No esperes a ofrecer el turismo al otro lado del mundo.
Comienza por llegar a tiempo de la oficina o del trabajo para que no se sienta sola.
Es posible que no siempre puedas hacer cosas grandes, pero siempre tendrás una sonrisa que regalar.
Repito: las playas se hacen de pequeñas arenas.
Los trigales y las grandes espigas nacen de un grano sembrado.
juanjauregui.es
Viernes de la semana 31 del Tiempo Ordinario
“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: [ «Un hombre rico tenía un administrador y le llegó la denuncia de que derrochaba sus bienes. Entonces lo llamó y le dijo: '¿Qué es lo que me cuentan de ti? Entrégame el balance de tu gestión, porque quedas despedido.' El administrador se puso a echar sus cálculos: '¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar, me da vergüenza. Yo sé lo que voy a hacer para que cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa.' Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo, y dijo al primero: '¿Cuánto debes a mi amo?' Este respondió: "Cien barriles de aceite.' El le dijo: 'Aquí está tu recibo: aprisa, siéntate y escribe «cincuenta… » (Lc 16,1-8)
En una ocasión, me vi precisado a recuperar una página de Internet.
Se trataba de una página donde figuraba la contabilidad de una comunidad. Todo fue normal, hasta que, fijándome en los números, me di con la sorpresa de que en una de las líneas de ingreso figuraban 0.50 céntimos. La verdad que me eché a reír, porque personalmente cincuenta céntimos yo no los hubiese dado como ingreso ni tampoco como salida.
Pero siempre hay detallistas para quienes:
Lo poco también es importante.
Lo poco también cuenta.
Y pensé en las playas.
Un montón de arenillas arrastradas por las aguas.
Una a una no eran nada.
Todas juntas eran toda una playa para disfrute de los bañistas en el verano.
Y pensé en el Evangelio de hoy.
“El que es de fiar en lo menudo, también en lo importante es de fiar”.
“El que es no es honrado en lo menudo, tampoco en lo importante es honrado”.
Y me he hecho y os hago dos cuestionamientos:
Nuestras relaciones con Dios suelen estar hechas de pequeños detalles.
En nuestras relaciones con Dios no siempre se trata de grandes exigencias.
Nuestras relaciones con Dios suelen basarse en pequeños detalles de fidelidad.
Fidelidad a nuestras pequeñas oraciones.
Fidelidad a nuestras pequeñas exigencias con el hermano.
Fidelidad a nuestras pequeñas exigencias de amor.
Fidelidad a nuestras pequeñas atenciones a los necesitados.
Fidelidad a nuestras pequeñas atenciones no solo a los pecados gordos sino a nuestras pequeñas faltas que algunos llaman “faltas y que ni siquiera llegan a pecados veniales”.
Fidelidad a las pequeñas cosas que Dios nos pide cada día, porque Dios no siempre nos pide ser mártires dando nuestra fe por el Evangelio.
Dios puede pedirnos que hoy seamos sinceros en los pequeños detalles.
Y pensé en nuestra vida de cada día:
En nuestro amor, que no siempre nos exige grandes manifestaciones.
En nuestras relaciones con los demás, que no siempre nos exigen grandes gestos sino pequeños detalles.
Pensé en la vida de los esposos:
Que no está hecha de grandes heroísmos, sino de simples delicadezas.
Que no está hecha de grandes regalos, sino de pequeñas sonrisas.
Que no está hecha de grandes sacrificios, sino de simples detalles:
El sonreírte cada día.
El hablarte palabras de bondad cada día.
No en comprarte una gran joya para que luzcas bonita.
Sino en una llamada de teléfono para hacerte sentir que pienso en ti.
No en llevarte de paseo a Miami.
Si no es ver a tu lado la TV.
No en regalarte una radio último modelo para que escuches tu música.
Si no en sentarme a tu lado para decirte que te quiero.
No en decirte que tú eres una Miss Universo.
Sino decirte: ¡qué bonita estás hoy, qué bien te cae ese peinado!
La fidelidad se manifiesta en los pequeños detalles.
El amor se manifiestas en los pequeños gestos.
El amor se manifiesta en una palabra de bondad.
El amor se manifiesta en un “siéntate que yo lavo yo los platos”.
Por eso mismo Jesús nos dice que:
No somos de fiar por hacer cosas grandes.
Sino porque somos fieles en las cosas pequeñas.
No se trata de evitar los pecados “gordos”.
Sino en evitar las pequeñas mentiras, que llamamos “piadosas o blancas”.
Conozco a un amigo que el día de la Madre le regaló a su esposa un Mercedes.
Y al año estaban separados.
Y conozco a un simple campesino que solo le pudo regalar la “Misa de 7 de la mañana” y son un matrimonio feliz.
No esperes a ser el campeón del mundo.
Comienza porque te dejen correr.
No pienses en milagros que resucitan muertos.
Comienza por una caricia.
No esperes a ofrecer el turismo al otro lado del mundo.
Comienza por llegar a tiempo de la oficina o del trabajo para que no se sienta sola.
Es posible que no siempre puedas hacer cosas grandes, pero siempre tendrás una sonrisa que regalar.
Repito: las playas se hacen de pequeñas arenas.
Los trigales y las grandes espigas nacen de un grano sembrado.
juanjauregui.es