Día litúrgico: Jueves XXXII del tiempo ordinario
Texto del Evangelio (Lc 17,20-25):
En aquel tiempo, los fariseos preguntaron a Jesús cuándo llegaría el
Reino de Dios. Él les respondió: «El Reino de Dios viene sin dejarse
sentir. Y no dirán: ‘Vedlo aquí o allá’, porque el Reino de Dios ya está
entre vosotros».
Dijo a sus discípulos: «Días vendrán en que desearéis ver uno solo de los días del Hijo del hombre, y no lo veréis. Y os dirán: ‘Vedlo aquí, vedlo allá’. No vayáis, ni corráis detrás. Porque, como relámpago fulgurante que brilla de un extremo a otro del cielo, así será el Hijo del hombre en su día. Pero, antes, le es preciso padecer mucho y ser reprobado por esta generación».
Dijo a sus discípulos: «Días vendrán en que desearéis ver uno solo de los días del Hijo del hombre, y no lo veréis. Y os dirán: ‘Vedlo aquí, vedlo allá’. No vayáis, ni corráis detrás. Porque, como relámpago fulgurante que brilla de un extremo a otro del cielo, así será el Hijo del hombre en su día. Pero, antes, le es preciso padecer mucho y ser reprobado por esta generación».
Comentario:
El Reino de Dios ya está entre vosotros
Hoy,
los fariseos preguntan a Jesús una cosa que ha interesado siempre con
una mezcla de interés, curiosidad, miedo...: ¿Cuándo vendrá el Reino de
Dios? ¿Cuándo será el día definitivo, el fin del mundo, el retorno de
Cristo para juzgar a los vivos y a los difuntos en el juicio final?Jesús dijo que eso es imprevisible. Lo único que sabemos es que vendrá súbitamente, sin avisar: será «como relámpago fulgurante» (Lc 17,24), un acontecimiento repentino y, a la vez, lleno de luz y de gloria. En cuanto a las circunstancias, la segunda llegada de Jesús permanece en el misterio. Pero Jesús nos da una pista auténtica y segura: desde ahora, «el Reino de Dios ya está entre vosotros» (Lc 17,21). O bien: «dentro de vosotros».
El gran suceso del último día será un hecho universal, pero ocurre también en el pequeño microcosmos de cada corazón. Es ahí donde se ha de ir a buscar el Reino. Es en nuestro interior donde está el Cielo, donde hemos de encontrar a Jesús.
Este Reino, que comenzará imprevisiblemente “fuera”, puede comenzar ya ahora “dentro” de nosotros. El último día se configura ahora ya en el interior de cada uno. Si queremos entrar en el Reino el día final, hemos de hacer entrar ahora el Reino dentro de nosotros. Si queremos que Jesús en aquel momento definitivo sea nuestro juez misericordioso, hagamos que Él ahora sea nuestro amigo y huésped interior.
San Bernardo, en un sermón de Adviento, habla de tres venidas de Jesús. La primera venida, cuando se hizo hombre; la última, cuando vendrá como juez. Hay una venida intermedia, que es la que tiene lugar ahora en el corazón de cada uno. Es ahí donde se hacen presentes, a nivel personal y de experiencia, la primera y la última venida. La sentencia que pronunciará Jesús el día del Juicio, será la que ahora resuene en nuestro corazón. Aquello que todavía no ha llegado, es ya ahora una realidad.
Oración Colecta
Señor Dios nuestro:
Tu reino no es un orden establecido y anquilosado,
sino algo que está siempre vivo, dinámico y siempre llegando.
Haznos conscientes de que encontraremos el reino
allí donde te dejemos reinar a ti,
donde nosotros y el reino de este mundo demos paso a tu reino, donde dejemos que tu justicia, amor y paz
ocupen el lugar de nuestras torpezas y trompicones.
Señor, establece tu reino entre nosotros
por medio de Jesucristo nuestro Señor.
Hermanos: El reino de Dios está entre nosotros. Está aquí, realmente, si hemos aceptado a Cristo y le hemos dejado que ilumine nuestras vidas; él está también en realidades que no son directamente mensurables: justicia, perdón, amor, paz, bondad.
Que Dios todopoderoso nos ayude a construir su reino sobre esas bases, y nos bendiga para esta misión.
No tengas miedo que hoy sera un dia espectacular Feliz Jueves !!!!
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Jueves de la semana 32 del Tiempo Ordinario
“A unos fariseos que le preguntaban cuándo iba a llegar el Reino de Dios, Jesús les contestó: “El Reino de Dios no vendrá espectacularmente ni anunciarán que está aquí o está allí; porque mirad, el Reino de Dios está dentro de vosotros”. Si os dicen que está aquí o está allí, no os vayáis detrás”. (Lc 17,20-25)
Más que vivir la realidad del presente, vivimos la curiosidad del futuro.
Creo que, por eso, están tan de moda los videntes, las lectoras de cartas.
Y el caso es que yo me encuentro que siempre me dicen:
“Padre, yo no creo en esas cosas”.
Pero sí van a que les adivinen el futuro.
En vez de vivir el futuro en el presente, preferimos ver el futuro en la adivinanza.
Siempre he creído que donde mejor se ve el futuro es en el hoy.
Lo otro, me parece un engaña bobos.
También los fariseos le preguntaban “cuando iba a llegar el Reino de Dios”.
Un poco como quien la pregunta a Jesús qué dice el “tarot” o qué dicen las cartas de cuándo llegará.
Y Jesús, no es un adivino del futuro.
Jesús es un lector del presente.
Jesús es un lector del futuro en el presente.
Por otra parte, tenemos la tentación de que el futuro tiene que venir de una manera espectacular.
Como si el futuro fuese algo extraordinario.
Como si el futuro viniese con fuegos artificiales y de bengala.
Como si el futuro viniese en carroza real con toda una corte de manifestaciones.
Jesús es mucho más realista:
El Reino de Dios es hoy preparando el mañana.
El Reino de Dios no tendrá nada de espectacular.
El Reino de Dios es tan sencillo como la verdad.
El Reino de Dios ya está presente.
Y es más, “el Reino de Dios está dentro de vosotros”.
No es algo que venga de lejos.
No es algo que venga precedido de grandes manifestaciones.
El Reino de Dios ya está dentro de nosotros.
No necesitamos adivinos.
Basta con mirarnos por dentro a nuestro corazón.
El Reino de Dios no lo traerán otros.
El Reino de Dios es algo que todos llevamos dentro.
Así es nuestro futuro.
El futuro no es para adivinos y videntes.
El futuro lo llevamos todos en el corazón.
El futuro lo estamos creando nosotros hoy.
El futuro está germinando hoy dentro de nosotros.
La espiga está ya en el grano que sembramos hoy.
No hay espiga por mucho que soñemos si no sembramos hoy el grano.
No habrá futuro si no lo sembramos nosotros hoy.
El futuro está en lo que nosotros sembremos hoy.
Jesús es hoy.
Jesús es el futuro.
Jesús es el mañana.
Jesús no es nuestro futuro.
Jesús es nuestro presente.
Jesús es nuestro presente que se va haciendo futuro.
Tenemos que vivir el futuro, como ideal que nos hace vivir hoy.
Tenemos que vivir el futuro, como fuerza capaz de madurar el mañana.
No podemos ser de los que se olvidan de vivir hoy pensando en el mañana.
No podemos ser de los que se olvidan de que la mejor manera de crear un futuro brillante, es vivir brillantemente el presente.
No esperemos que amanezca mañana sin que termine el día de hoy y podamos dormir esta noche.
El futuro no está en esperar que algo inesperado suceda.
El futuro no está en esperar que llegue la cosecha sin sembrarla hoy.
Por eso, el futuro de Dios “está dentro de nosotros”.
Es dentro de nosotros que tenemos que hacerlo crecer.
Es dentro de nosotros que nosotros tenemos que crecer con él.
Es dentro de nosotros que tenemos que vivirlo hoy.
El futuro del Evangelio está dentro de nosotros.
El futuro de la Iglesia está dentro de nosotros.
El futuro de nuestra santidad está creciendo hoy dentro de nosotros.
El futuro del matrimonio es el amor de hoy entre los esposos.
El futuro de cada hombre está dentro de él, sólo tiene que dejarlo crecer.
Por algo dice el refrán: “no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy”.