Evangelio
En aquel
tiempo, dijo Jesús al pueblo en la sinagoga de Nazaret: «Os aseguro que ningún
profeta es bien mirado en su tierra. Os garantizo que en Israel había muchas
viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis
meses, y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas
fue enviado Elías, más que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y
muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo,
ninguno de ellos fue curado, más que Naamán, el sirio.»
Al oír esto,
todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera
del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con
intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba.
Palabra del
Señor
Reflexión
El Señor nos
muestra en el Evangelio la necedad de los hombres al escuchar la palabra de
Dios. Jesús habla, en primer lugar, de dos extranjeros que recibieron la gracia
de Dios: un leproso y una viuda. En ellos, están representados todos los
leprosos, es decir, los pecadores, los que están infectados con la lepra del
egoísmo, y por otra parte, nos muestra a la viuda, la figura del necesitado. A
ambos, Dios presta su socorro, a ambos, los abraza con su inmenso amor.
Meditación del
Papa
A veces se puede tener la sensación de impotencia frente a las
crisis y a las desorientaciones actuales. A pesar de las dificultades, ¡no os
desaniméis, ni renunciéis a vuestros sueños! Al contrario, cultivad en el
corazón grandes deseos de fraternidad, de justicia y de paz. El futuro está en
las manos de quienes saben buscar y encontrar razones fuertes de vida y de
esperanza. Si queréis, el futuro está en vuestras manos, porque los dones y las
riquezas que el Señor ha puesto en el corazón de cada uno de vosotros,
moldeados por el encuentro con Cristo, ¡pueden ofrecer la auténtica esperanza
al mundo! La fe en su amor os hará fuertes y generosos, y os dará la fuerza
para afrontar con serenidad el camino de la vida y para asumir las
responsabilidades familiares y profesionales. Comprometeos a construir vuestro
futuro siguiendo proyectos serios de formación personal y de estudio, para
servir con competencia y generosidad al bien común. (Benedicto XVI, 28 de
marzo de 2010)