La misa me aburre
Juan Jauregui en www.juanjauregui.com
«No voy a misa porque me aburro más que algunos viernes
sentado durante dos horas en un bar con una cerveza.
Y estoy harto de aburrirme.
Tú no sabes lo infumables que son algunas eucaristías: oír a un buen señor que lee oraciones y más oraciones a toda prisa, como si tuviera que terminar rápidamente para marcharse a no sé dónde; escuchar luego consejos que nunca son para mí y además, entre canciones y más canciones "horteras", rezar y más rezar.
Yo no rechazo la misa porque sé que es algo muy importante para los que pretendemos seguir a Jesús, pero..., qué quieres que te diga, no puedo evitarlo.
Quizá es que no entiendo nada, quizá es que no se me ha explicado, con claridad; con palabras de andar por casa, o quizá que tengo poca fe... Lo cierto es que esta es mi situación. A veces pienso que tengo poca fe, otras veces que todo es un rollo... Ojalá alguien me ayudara a entrar por el aro, y empezara a buscar sentido a la misa. Me gustaría … empezar a ir.
Bueno, en síntesis, que ahora no voy porque me aburro soberanamente. Y nunca mejor dicho lo de soberanamente, porque me aburro con toda la solemnidad. Y cuanto más solemnes son las misas, y con más curas, más me aburro.
Lo siento por esta respuesta tan clara y dura, pero esta es mi realidad; y así te la cuento».
Alfredo
El argumento más frecuente que los jóvenes esgrimen en sus respuestas es: «Es que..., la misa me aburre».
«Me aburro» suele ser una de las razones que más expresan los jóvenes para no ir a misa. Y no cabe duda de que en muchas ocasiones tienen sobrados motivos para ello, porque el panorama con el que, a veces, se encuentran es lamentable: misas grises, celebradas sin vigor ni gracia, donde la participación e interés son mínimos; lecturas mal leídas; predicaciones insulsas, ubicadas en el reino de lo etéreo e intemporal; comunidades muertas donde cada uno va a cumplir con su religiosidad particular ...
No es extraño que se aburran y hasta sufran en determinadas celebraciones.
Pero..., vayamos al meollo del tema, porque quiero que no se aburran más, que no te aburras más tú, en concreto, joven o mayor, que lees estas letras.
En primer lugar. ¿No te parece que hay personas que van a misa buscando un espectáculo que les entretenga? ¿No opinas que hay cristianos que están en misa, como si no estuvieran? No escuchan lo que Jesús les dice, no rezan, no hablan con Él... En definitiva, están en la luna durante toda ella, y luego dicen que se han aburrido. Es como si fueran a ver la mejor película, estando en Babia, no se enteran de lo que allí sucede. Saldrán de ella, lógicamente, diciendo que ha sido un rollo de película y que se han aburrido soberanamente.
Una primera actitud que te invito a cultivar y mimar. Si quieres dejar de aburrirte en las celebraciones de tu parroquia, vete con los cinco sentidos bien abiertos. Vas a encontrarte con Jesús; vas a escuchar lo que Él te dice; te vas a comunicar con tu Padre; vas a participar del pan que Dios nos da... ¡Va a ser un día importante en tu vida! ¡Es una cita singular la que tienes!
Segundo. Una misa bien preparada, bien presidida y bien celebrada, ayuda. Lo sé. Pero, a menudo, no está en manos de los que a ella acudimos el cambiar su estilo, cambiar a las personas que asisten y, menos aún, cambiar al sacerdote y su forma de comportarse o predicar.
Si lo estuviera, miel sobre hojuelas. Pero si no lo está, ¿qué hacer?, ¿darnos de golpes contra una pared?, ¿marcharnos de la iglesia y privarnos del gozo de la celebración de la Eucaristía?.
Acepta esto, con realismo y convencimiento: las celebraciones eucarísticas de nuestras parroquias siempre dejarán mucho que desear, siempre podrán ser mejoradas para que dejen aparecer el espíritu de la Última Cena. Nuestras comunidades cristianas, por otra parte, siempre serán defectuosas, siempre serán mediocres. Y en la Iglesia siempre habrá buenos y malos presidentes de la celebración. Tenlo muy presente, te aliviará de muchos dolores de cabeza y te permitirá suprimir una de las barreras que impide a algunos cristianos poner el acento en lo fundamental y disfrutar de la Eucaristía.
Pero, a la vez, recuerda lo siguiente: detrás de esas eucaristías que te parecen tan poco atractivas y hasta insulsas; detrás de esa tu comunidad defectuosa en la que a menudo te sientes un extraño; detrás de esas misas que te aburren; detrás de ellas..., está la presencia del Resucitado que llega hasta ti.Este bello texto de Paul Jounel te lo explica mejor de lo que yo pueda hacerlo:
«Esa asamblea, tan pequeña y tan pobre, como resulta algunas veces, es la imagen de la Iglesia... Ella es la Iglesia. Esto es verdad lo mismo en esa reunión de unos pocos fieles reunidos en tomo al altar en invierno en una iglesia fría, igual que en las muchedumbres que se reúnen en los viajes del Papa, a través del mundo. Algunos han llegado con retraso, demostrando así poco entusiasmo al responder a la convocatoria de Dios; la mayor parte no tiene el rostro radiante de la alegría de la Pascua. El órgano puede tener disonancias; el canto puede salir desafinado; la homilía no es siempre muy adaptada. Ahora bien, en la asamblea, lo que importa ver y contemplar es lo invisible».
Consejos con garantía
Como sé que os gustan las cosas bien concretas, permitidme que, como conclusión, os ofrezca seis … consejos muy prácticos para que no os aburráis ya más y empecéis a disfrutar de la misa. Pon en práctica, ya desde el próximo domingo, los dos o tres que consideres más importantes, y verás los resultados. Garantizado que no te aburrirás nunca más. Saldrás, además, contento e ilusionado; sean como sean las eucaristías de tu parroquia, sea como sea el cura y sus predicaciones.
Aquí van los seis consejos:
1. Mientras te trasladas de casa a la Iglesia «prepara tu corazón».
Piensa: «Voy a encontrarme con el Señor y con un grupo de hermanos en la fe; voy a escuchar a Jesús que hoy quiere decirme algo». Pregúntate: «¿De qué le voy a dar gracias a Dios? ¿Qué llevo en mis manos para presentarle hoy?».
2. Sé puntual y colócate en un sitio próximo al altar. No te sitúes en la parte de atrás, o en los últimos bancos del templo. Te distraerá la gente que llega tarde. Además, una comunidad dispersa, en la que cada uno se sienta donde le apetece, no hace visible la unidad de todos en la fe y en el amor.
3. Al entrar en la Iglesia recoge, si las hay, las hojas o libro de cantos. Luego, participa también cantando. Si no conoces los cantos, lee el texto. Te unirá a la comunidad.
4. Presta atención a las lecturas y a la predicación del sacerdote. Te encontrarás, sin la menor duda, y a menudo, con que el sacerdote no es un buen orador o que dice cosas sin sustancia. No te importe. No lo juzgues. Con toda certeza, Jesús te quiere decir algo a través de él y hasta te sorprenderá en más de una ocasión. Frecuentemente Dios dice grandes cosas a través de malos predicadores.
5. Tras haber participado en la Eucaristía, en la comunión, aprovecha los instantes de silencio que se te ofrecen para hablar con el Señor, para darle gracias, para pedir fuerzas y programar la semana que vas a comenzar.
6. Por fin, márcate un pequeño compromiso para la semana próxima. Intenta, desde él, ser más fiel a Jesucristo.
Como ves, son consejos sencillos y al alcance del entendimiento de cualquiera. Experimenta alguno de ellos. Cambiará radicalmente tu situación.
Es una fórmula que te ayudará a vivir plenamente cada Eucaristía del domingo, sea como sea tu parroquia, se celebre como se celebre la Eucaristía a la que asistes, sea como sea la homilía del sacerdote. Tiene la garantía de quienes la pusieron en práctica.