LECTURAS DEL MARTES VI DE PASCUA 23 DE MAYO (BLANCO)
Les conviene que me vaya; porque si no me voy, no vendrá a ustedes el Consolador.
ANTÍFONA DE ENTRADA Apoc 19, 7. 6
Alegrémonos, regocijémonos, y demos gracias, porque el Señor, nuestro Dios omnipotente, ha empezado a reinar. Aleluya.
ORACIÓN COLECTA
Dios
omnipotente y misericordioso, concédenos poder alcanzar una verdadera
participación en la resurrección de Jesucristo, tu Hijo. Él, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos
de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
Cree en el Señor Jesús y te salvarás, tú y tu familia.
Del libro de los Hechos de los Apóstoles: 16, 22-34
En
aquellos días, la gente de la ciudad de Filipos se alborotó contra
Pablo y Silas, y los magistrados ordenaron que los desnudaran y los
azotaran. Después de azotarlos mucho, los metieron en la cárcel y le
ordenaron al carcelero que los vigilara bien. Siguiendo esta orden, él
los metió en el calabozo de más adentro y les aseguró los pies en el
cepo.
A
eso de la medianoche, Pablo y Silas estaban en oración, cantando himnos
al Señor, y los otros presos los escuchaban. De pronto sobrevino un
temblor tan violento, que se sacudieron los cimientos de la cárcel, las
puertas se abrieron de golpe y a todos se les soltaron las cadenas. El
carcelero se despertó, y al ver las puertas de la cárcel abiertas de par
en par, pensó que los presos se habían fugado y sacó su espada para
matarse. Pero entonces Pablo le gritó: "No te hagas ningún daño; aquí
estamos todos". El carcelero pidió una lámpara, se precipitó hacia
dentro, y temblando, se arrojó a los pies de Pablo y Silas. Después los
sacó de allí y les preguntó: "¿Qué debo hacer para salvarme?" Ellos le
contestaron: "Cree en el Señor Jesús y te salvarás, tú y tu familia". Y
les explicaron la Palabra del Señor a él y a todos los de su casa. El
carcelero se los llevó aparte, y en aquella misma hora de la noche les
lavó las heridas y en seguida se bautizó él con todos los suyos. Después
los invitó a su casa, les preparó la mesa y celebraron una fiesta
familiar por haber creído en Dios.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Del salmo 137
R/. Señor, tu amor perdura eternamente. Aleluya.
De
todo corazón te damos gracias, Señor, porque escuchaste nuestros
ruegos. Te cantaremos delante de tus ángeles, te adoraremos en tu
templo. R/.
Señor, te damos gracias por tu lealtad y por tu amor; siempre que te invocamos nos oíste y nos llenaste de valor. R/.
Tu
mano, Señor, nos pondrá a salvo, y así concluirás en nosotros tu obra.
Señor, tu amor perdura eternamente; obra tuya soy, no me abandones. R/.
ACLAMACIÓN cfr. Jn 16, 7. 13
R/. Aleluya, aleluya.
Yo les enviaré el Espíritu de la verdad, y Él los irá guiando hacia la verdad plena, dice el Señor. R/.
Si no me voy, no vendrá a ustedes el Consolador.
Del santo Evangelio según san Juan: 16, 5-11
En
aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Me voy ya al que me envió y
ninguno de ustedes me pregunta: `¿A dónde vas?’ Es que su corazón se ha
llenado de tristeza porque les he dicho estas cosas. Sin embargo, es
cierto lo que les digo: les conviene que me vaya; porque si no me voy,
no vendrá a ustedes el Consolador; en cambio, si me voy, yo se lo
enviaré.
Y
cuando El venga, establecerá la culpabilidad del mundo en materia de
pecado, de justicia y de juicio; de pecado, porque ellos no han creído
en mí; de justicia, porque me voy al Padre y ya no me verán ustedes; de
juicio, porque el príncipe de este mundo ya está condenado".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Concédenos,
Señor, vivir siempre llenos de gratitud por estos misterios pascuales
que celebramos, para que, continuamente renovados por su acción, se
conviertan para nosotros en causa de eterna felicidad. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Lc 24, 46. 26
Era necesario que Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos, y así entrara luego en su gloria. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
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Atendemos, como ayer, otro episodio en los procesos que vivió Pablo por el anuncio del Evangelio. Esta vez, desde la cárcel, a pesar de los azotes y los insultos no dejará de dar testimonio de su fe. Todos los que estuvieron con él pudieron experimentar la presencia del Dios de Jesús, no sólo al sentir fortaleza, sino favoreciendo la liberación de los que estaban presos y la conversión del carcelero junto a toda su familia.
El Evangelio de Juan continúa presentando uno de los discursos esenciales de Jesús a sus discípulos. Ya próximo el momento de su Pasión, Jesús mismo anuncia la presencia de un defensor para la vida de sus seguidores (el Espíritu Santo). La mención de este “defensor” es una clara invitación a la madurez de los discípulos que no han de temer a las pruebas ni a sus adversarios.
El cristiano convencido de la presencia de Dios en el mundo no ha de tener miedo de denunciar las consecuencias del pecado individual y estructural. Sólo siguiendo el ejemplo de entrega y donación de la vida, como Jesús, se podrá nuevamente proclamar en esta Pascua que el “príncipe de este mundo” y todo su proyecto de maldad y destrucción ha sido derrotado. Es necesario buscar así la conversión y el cambio en los más posibles.
Citamos oportunamente el pensamiento del beato Mons. Romero de El Salvador asesinado “por odio a la fe”: “La Iglesia no puede callar ante esas injusticias del orden económico, del orden político, del orden social. Si callara, la Iglesia sería cómplice con el que margina y duerme un conformismo enfermizo, pecaminoso, o con el que se aprovecha de ese adormecimiento del pueblo para abusar y acaparar económicamente, políticamente, y marginar una inmensa mayoría del pueblo. Esta es la voz de la Iglesia, hermanos. Y mientras no se le deje libertad de clamar estas verdades de su evangelio, hay persecución. Y se trata de cosas sustanciales, no de cosas de poca importancia. Es cuestión de vida o muerte para el Reino de Dios en esta tierra”
Ciudad Redonda