LECTURAS DEL MARTES DÍA III DE LA OCTAVA DE NAVIDAD 27 DE DICIEMBRE SAN JUAN APÓSTOL Y EVANGELISTA (BLANCO)
Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio y creyó.
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Si 15, 5
En medio de la Iglesia abrió su boca, y el Señor lo llenó del espíritu de sabiduría e inteligencia, y lo revistió de gloria.
Se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Dios
nuestro, que por medio del apóstol san Juan nos revelaste los misterios
de tu Palabra hecha carne, concédenos la gracia de comprender con
claridad lo que él nos enseñó tan admirablemente. Por nuestro Señor
Jesucristo…
LITURGIA DE LA PALABRA
Les anunciamos lo que hemos visto y oído.
De la primera carta del apóstol san Juan: 1, 1-4
Queridos
hermanos: Les anunciamos lo que ya existía desde el principio, lo que
hemos oído y hemos visto con nuestros propios ojos, lo que hemos
contemplado y hemos tocado con nuestras propias manos. Nos referimos a
aquel que es la Palabra de la vida.
Esta
vida se ha hecho visible y nosotros la hemos visto y somos testigos de
ella. Les anunciamos esta vida, que es eterna, y estaba con el Padre y
se nos ha manifestado a nosotros.
Les
anunciamos, pues, lo que hemos visto y oído, para que ustedes estén
unidos con nosotros, y juntos estemos unidos con el Padre y su Hijo,
Jesucristo. Les escribimos esto para que se alegren y su alegría sea
completa.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Del salmo 96
R/. Alégrense, justos, con el Señor.
Reina
el Señor, alégrese la tierra; cante de regocijo el mundo entero.
Tinieblas y nubes rodean el trono del Señor, que se asienta en la
justicia y el derecho. R/.
Los
montes se derriten como cera ante el Señor de toda la tierra. Los
cielos pregonan su justicia, su inmensa gloria ven todos los pueblos.
R/.
Amanece
la luz para el justo y la alegría para los rectos de corazón.
Alégrense, justos, con el Señor y bendigan su santo nombre. R/.
ACLAMACIÓN
R/. Aleluya, aleluya.
Señor, Dios eterno, alegres te cantamos, a ti nuestra alabanza. A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles. R/.
El otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó primero al sepulcro.
Del santo Evangelio según san Juan: 20, 2-9
El
primer día después del sábado, María Magdalena vino corriendo a la casa
donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y
les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo
habrán puesto".
Salieron
Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos iban corriendo
juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó
primero al sepulcro, e inclinándose, miró los lienzos puestos en el
suelo, pero no entró.
En
eso llegó también Simón Pedro, que lo venía siguiendo, y entró en el
sepulcro. Contempló los lienzos puestos en el suelo y el sudario, que
había estado sobre la cabeza de Jesús, puesto no con los lienzos en el
suelo, sino doblado en sitio aparte. Entonces entró también el otro
discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio y creyó,
porque hasta entonces no habían entendido las Escrituras, según las
cuales Jesús debía resucitar de entre los muertos.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Santifica,
Señor, los dones que te presentamos y concédenos, por la participación
en esta Eucaristía, ahondar en los misterios de tu Palabra eterna, que
en la Última Cena revelaste al apóstol san Juan. Por jesucristo, nuestro
Señor.
Prefacio I-III de Navidad
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Jn 1, 14. 16
La Palabra se hizo hombre y habitó entre nosotros, y de su plenitud hemos recibido todos, gracia sobre gracia.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
https://www.facebook.com/snfranciscoxavier.comunidadcatolica
Seguimos en plena octava de Navidad, y la liturgia nos presenta de nuevo a otro testigo y Apóstol de la Buena Noticia: San Juan. Aquel joven discípulo que aparece en el Evangelio de hoy, “al que tanto quería Jesús”, debió ser el mismo que años más tarde recogería lo que sus ojos vieron y sus oídos oyeron en el que conocemos como Evangelio de San Juan. Matizaciones exegéticas aparte, lo cierto es que la tradición nos ha transmitido que un tal Juan, Apóstol del Señor, seguramente el más joven de ellos y que pudo gozar de un cariño especial por parte de Jesús, fue testigo de la Resurrección y estuvo detrás de la confección del último de los Evangelios. En él nos ha dejado textos especialmente profundos e inspirados sobre el Misterio del Hijo de Dios, como el que escuchamos en la Eucaristía del día de Navidad, así como relatos que no aparecen en ninguno de los otros Evangelios. También se atribuyen a San Juan las Cartas que llevan su nombre: de la primera de ellas es la primera lectura de hoy.
San Juan es testigo directo del Misterio del Dios Encarnado por Amor. Lo visto, lo oído, lo contemplado y palpado es lo que lo que nos ha transmitido: la Palabra de la Vida que “se hizo visible” en la persona, palabra y vida de aquel tal Jesús. Enamorado de Cristo, llamado por él a ser su testigo, Juan no puede sino anunciar a todos el Amor sin medida que ha descubierto en su Señor.
También nosotros somos testigos de Cristo, nacido de María, Palabra Encarnada, muerto en la Cruz, Salvador y Vida en la Resurrección. Testigos de su presencia en el Espíritu: lo sentimos en el corazón, se manifiesta en la comunidad, viene a nosotros en la Eucaristía y en los que sufren, nos llena de alegría,paz y esperanza.
ciudad Redonda
francisco javier goñi