LECTURAS DEL JUEVES XXV DEL T. ORDINARIO 22 DE SEPTIEMBRE (VERDE)
El rey Herodes se enteró de todos los prodigios que Jesús hacía y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado.
ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 77, 23-25
Abrió
Dios las compuertas del cielo e hizo llover sobre ellos el maná para
que lo comieran; les dio un trigo celeste, y el hombre comió pan de
ángeles.
ORACIÓN COLECTA
Señor
Dios, que llevaste a cabo la obra de la redención humana por el
misterio pascual de tu Unigénito, concede, benigno, que quienes
anunciamos llenos de fe por medio de los signos sacramentales, su muerte
y resurrección, experimentemos un continuo aumento de tu salvación. Por
nuestro Señor Jesucristo…
LITURGIA DE LA PALABRA
No hay nada nuevo bajo el sol.
Todas
las cosas, absolutamente todas, son vana ilusión. ¿Qué provecho saca el
hombre de todos sus trabajos en la tierra? Pasa una generación y viene
otra, pero la tierra permanece siempre.
El
sol sale y se pone; corre y llega a su lugar, de donde vuelve a salir.
Sopla el viento hacia el sur y gira luego hacia el norte, y dando
vueltas y más vueltas, vuelve siempre a girar. Todos los ríos van al
mar, pero el mar nunca se llena; regresan al punto de donde vinieron y
de nuevo vuelven a correr.
Todo
es dificil de entender: no deja el hombre de cavilar, no se cansan los
ojos de ver ni los oídos de oír. Lo que antes existió, eso volverá a
existir. Lo que antes se hizo, eso se volverá a hacer. No hay nada nuevo
bajo el sol.
Si
de alguna cosa dicen: "Mira, esto sí es nuevo", aun esa cosa existió ya
en los siglos anteriores a nosotros. Nadie se acuerda de los antiguos y
lo mismo pasará con los que vengan: no se acordarán de ellos sus
sucesores.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Del salmo 89
R/. Tú eres, Señor, nuestro refugio.
Tú,
Señor, haces volver al polvo a los humanos, diciendo a los mortales que
retornen. Mil años son para ti como un día, que ya pasó; como una breve
noche. R/.
Nuestra
vida es tan breve como un sueño; semejante a la hierba, que despunta y
florece en la mañana y por la tarde se marchita y se seca. R/.
Enséñanos
a ver lo que es la vida y seremos sensatos. ¿Hasta cuándo, Señor, vas a
tener compasión de tus siervos? ¿Hasta cuándo? R/.
Llénanos
de tu amor por la mañana y júbilo será la vida toda. Que el Señor
bondadoso nos ayude y dé prosperidad a nuestras obras. R/.
ACLAMACIÓN Jn 14, 6
R/. Aleluya, aleluya.
Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie va al Padre si no es por mí, dice el Señor. R/.
A Juan yo lo mandé decapitar. ¿Quién es entonces éste de quien oigo semejantes cosas?
Del santo Evangelio según san Lucas: 9, 7-9
En
aquel tiempo, el rey Herodes se enteró de todos los prodigios que Jesús
hacía y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había
resucitado; otros, que había regresado Elías, y otros, que había vuelto a
la vida uno de los antiguos profetas. Pero Herodes decía: "A Juan yo lo
mandé decapitar. ¿Quién será, pues, éste del que oigo semejantes
cosas?" Y tenía curiosidad de ver a Jesús.
Palabra del Señor.
Gloria a ti Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Señor,
al celebrar el memorial de nuestra salvación, imploramos humildemente
tu clemencia, a fin de que este sacramento de amor sea para nosotros
signo de unidad y vínculo de caridad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I o II de la Eucaristía.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Jn 6, 51-52
Yo
soy el pan vivo que ha bajado del cielo, dice el Señor. El que coma de
este pan vivirá eternamente. Y el pan que yo les voy a dar es mi carne,
para que el mundo tenga vida.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
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La primera lectura de este día es bien conocida por todos. En una u otra ocasión la hemos usado para expresar un cierto pesimismo sobre nuestra propia vida y la vida del mundo que nos rodea. Es algo así como decir “todo da lo mismo, ¿para qué preocuparnos? ¿para qué esforzarnos? Por mucho que trabajemos no vamos a lograr cambiar las cosas.” Y nos quedamos tan tranquilos y descansados. Si nos viene alguno con ganas de cambiar las cosas, de intentar algo nuevo, siempre podemos decirle que eso ya se intentó hace diez o veinte años o siglos –¿qué más da?– y no se consiguió nada.
La actitud de Herodes en el Evangelio tiene un punto de parecido con esta primera lectura. Herodes siente que ya ha dejado todo atado y bien atado en su reino. Ha puesto orden entre su gente. Todos reconocen su autoridad. Las cosas suceden como deben suceder. Y él se puede dedicar a vivir y disfrutar de su reinado. Dar banquetes, encontrarse con los amigos, salir a cazar... lo que han hecho muchos reyes y poderosos a lo largo de la historia. Nada nuevo. En su memoria tiene el recuerdo de uno, Juan Bautista, que le revolucionó un poco el reino, que le sacaba de sus casillas con las cosas que le decía, que le criticaba y ponía al aire sus vergüenzas –esas vergüenzas que guarda en lo escondido casi siempre el poder y que no quiere que nadie le descubra–. Pero aquel problema lo solucionó de una forma radical. Primero, lo metió en la cárcel y luego lo mandó cortar la cabeza. A partir de aquel momento su reino se transformó en una balsa de aceite. Nadie más volvió a osar levantar la voz. No hay nada mejor que un buen escarmiento a tiempo.
Por eso, le sorprende tanto ahora la presencia de Jesús. Le empiezan a llegar voces de que hay alguien predicando el reino de Dios. Dice que todos somos iguales, todos hijos e hijas de Dios, denuncia las injusticias de los poderosos, está cerca de los pobres y de los que sufren. Sus palabras y sus acciones plantean un cambio radical en la sociedad. Jesús le está rompiendo el orden social, le está revolviendo el patio, le está sacando de sus casillas. Va a tener que dejar su vida cómoda para poner de nuevo orden en su reino.
Herodes se sorprende de que alguien levante la voz después del escarmiento que hizo con Juan Bautista. ¿Cómo osan? ¿Cómo se atreven? Dice el Evangelio que quería ver a Jesús. Seguro que no era con buenos fines.
La realidad es que Jesús era la respuesta de Dios al grito de su pueblo, de los pobres. La verdad es que en este mundo no da todo lo mismo. La verdad es que Dios nos tiene preparado un mundo nuevo, el reino. Y que ese reino se está ya construyendo. Es la tierra nueva y el cielo nuevo de que habla el Apocalipsis. Por mucho que algunos se empeñen en que este mundo es como es y no cambiará nunca. No es verdad. Dios siempre escucha el clamor de su pueblo que pide justicia