LECTURAS DEL DOMINGO VI DE PASCUA 1 DE MAYO (BLANCO)
El Espíritu Santo que mi Padre les enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les recordará todo cuanto yo les he dicho.
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Is 48, 20
Con
voz de júbilo, anúncienlo; que se oiga. Que llegue a todos los rincones
de la tierra: el Señor ha liberado a su pueblo. Aleluya.
Se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Dios
todopoderoso, concédenos continuar celebrando con incansable amor estos
días de tanta alegría en honor del Señor resucitado, y que los
misterios que hemos venido conmemorando se manifiesten siempre en
nuestras obras. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los
siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
El Espíritu Santo y nosotros hemos decidido no imponerles más cargas que las necesarias.
Del libro de los Hechos de los Apóstoles: 15, 1-2. 22-29
En
aquellos días, vinieron de Judea a Antioquía algunos discípulos y se
pusieron a enseñar a los hermanos que si no se circuncidaban conforme a
la ley de Moisés, no podrían salvarse.
Esto
provocó un altercado y una violenta discusión con Pablo y Bernabé; al
fin se decidió que Pablo, Bernabé y algunos más fueran a Jerusalén para
tratar el asunto con los apóstoles y los presbíteros.
Los
apóstoles y los presbíteros, de acuerdo con toda la comunidad
cristiana, juzgaron oportuno elegir a algunos de entre ellos y enviarlos
a Antioquía con Pablo y Bernabé. Los elegidos fueron Judas (llamado
Barsabás) y Silas, varones prominentes en la comunidad. A ellos les
entregaron una carta que decía:
"Nosotros,
los apóstoles y los presbíteros, hermanos suyos, saludamos a los
hermanos de Antioquía, Siria y Cilicia, convertidos del paganismo.
Enterados de que algunos de entre nosotros, sin mandato nuestro, los han
alarmado e inquietado a ustedes con sus palabras, hemos decidido de
común acuerdo elegir a dos varones y enviárselos, en compañía de
nuestros amados hermanos Bernabé y Pablo, que han consagrado su vida a
la causa de nuestro Señor Jesucristo. Les enviamos, pues, a Judas y a
Silas, quienes les transmitirán, de viva voz, lo siguiente: `El Espíritu
Santo y nosotros hemos decidido no imponerles más cargas que las
estrictamente necesarias. A saber: que se abstengan de la fornicación y
de comer lo inmolado a los ídolos, la sangre y los animales
estrangulados. Si se apartan de esas cosas, harán bien’. Los saludamos".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Del salmo 66
R/. Que te alaben, Señor, todos los pueblos. Aleluya.
Ten
piedad de nosotros y bendícenos; vuelve, Señor, tus ojos a nosotros.
Que conozca la tierra tu bondad y los pueblos tu obra salvadora. R/.
Las
naciones con júbilo te canten, porque juzgas al mundo con justicia; con
equidad tú juzgas a los pueblos y riges en la tierra a las naciones.
R/.
Que
te alaben, Señor, todos los pueblos, que los pueblos te aclamen todos
juntos. Que nos bendiga Dios y que le rinda honor el mundo entero. R/.
Un ángel me mostró la ciudad santa, que descendía del cielo.
Del libro del Apocalipsis del apóstol san Juan: 21, 10- 14. 22-23
Un
ángel me transportó en espíritu a una montaña elevada, y me mostró a
Jerusalén, la ciudad santa, que descendía del cielo, resplandeciente con
la gloria de Dios. Su fulgor era semejante al de una piedra preciosa,
como el de un diamante cristalino.
Tenía
una muralla ancha y elevada, con doce puertas monumentales, y sobre
ellas, doce ángeles y doce nombres escritos, los nombres de las doce
tribus de Israel. Tres de estas puertas daban al oriente, tres al norte,
tres al sur y tres al poniente. La muralla descansaba sobre doce
cimientos, en los que estaban escritos los doce nombres de los apóstoles
del Cordero.
No
vi ningún templo en la ciudad, porque el Señor Dios todopoderoso y el
Cordero son el templo. No necesita la luz del sol o de la luna, porque
la gloria de Dios la ilumina y el Cordero es su lumbrera.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN Jn 14, 23
R/. Aleluya, aleluya.
El que me ama, cumplirá mi palabra, dice el Señor; y mi Padre lo amará y vendremos a él. R/.
El Espíritu Santo les recordará todo cuanto les he dicho.
Del santo Evangelio según san Juan: 14, 23-29
En
aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "El que me ama, cumplirá mi
palabra y mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos en él nuestra
morada. El que no me ama no cumplirá mis palabras. Y la palabra que
están oyendo no es mía, sino del Padre, que me envió.
Les
he hablado de esto ahora que estoy con ustedes; pero el Paráclito, el
Espíritu Santo que mi Padre les enviará en mi nombre, les enseñará todas
las cosas y les recordará todo cuanto yo les he dicho.
La
paz les dejo, mi paz les doy. No se la doy como la da el mundo. No
pierdan la paz ni se acobarden. Me han oído decir: ‘Me voy, pero volveré
a su lado’. Si me amaran, se alegrarían de que me vaya al Padre, porque
el Padre es más que yo. Se lo he dicho ahora, antes de que suceda, para
que cuando suceda, crean".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Se dice Credo.
PLEGARIA UNIVERSAL
Oremos a Jesús resucitado, vida y esperanza de la humanidad entera.
Después de cada petición diremos: Jesús resucitado, escúchanos.
Por
la Iglesia, por todos los cristianos llamados a dar testimonio del amor
y de la misericordia que el Evangelio nos trae. Oremos.
Por todos los que ayudan a los demás a profundizar en la fe. Oremos.
Por quienes rigen los destinos de los pueblos y están llamados a defender la justicia y la equidad. Oremos.
Por todos los trabajadores, especialmente los de la construcción. Oremos.
Por nosotros y por nuestra parroquia (comunidad). Oremos.
Escucha, Señor Jesús, nuestra oración, y danos tu Espíritu Santo. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Suba
hasta ti, Señor, nuestra oración, acompañada por estas ofrendas, para
que, purificados por tu bondad, nos dispongas para celebrar el
sacramento de tu inmenso amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I-V de Pascua.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Jn 14, 15-16)
Si
me aman, cumplirán mis mandamientos, dice el Señor; y yo rogaré al
Padre, y Él les dará otro Abogado, que permanecerá con ustedes para
siempre. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
https://www.facebook.com/snfranciscoxavier.comunidadcatolica?ref=tn_tnmn
Comentario al Evangelio de hoy
Julio César Rioja, cmf
Queridos hermanos:
“Me voy y vuelvo a vuestro lado”, “Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre” y ¿ahora qué hacemos? Las preguntas se amontonan: ¿cómo continuar y hacer frente a las situaciones?, ¿cómo organizarse?... “El Paráclito (el Defensor), el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho”. Estamos apañados, es cuestión de fiarse, de saber y tener la certeza, de que Él no nos dejará solos a nosotros, ni a la comunidad, estará siempre a nuestro lado.
El Espíritu vive dentro de la comunidad y de cada persona y aunque aún faltan días para que llegue Pentecostés, el nos enseña y recuerda las palabras de Jesús. Las hace actuales para que cada comunidad, tenga en ellas el criterio para tomar decisiones, no las cambia, ni nos hace interpretarlas a nuestra manera, hace presente aquí y ahora el mensaje de Cristo. Discernir, va ser a partir de ahora una palabra importante: y eso consiste en escuchar la Palabra, abrirse al Espíritu y al amor de los hermanos.
La primera lectura de hoy nos concreta todo esto, la naciente Iglesia se encuentra ante su primera crisis: “Esto provocó un altercado y una violenta discusión con Pablo y Bernabé”. Estos habían bautizado a gentiles sin obligarlos a la circuncisión judía y comenzó la controversia: “Se decidió que Pablo, Bernabé y algunos más subieran a Jerusalén a consular a los apóstoles y presbíteros sobre la controversia”. El encuentro, algunos lo han llamado Concilio de Jerusalén, se saldo con una carta para la iglesia de Antioquía, que dice: “Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros”. Esta es la forma concreta de resolver las cuestiones internas y de recordar las palabras de Jesús haciendo caso al Espíritu.
Es el Espíritu el que nos trae la paz: “La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo”, no es la paz conseguida por la fuerza militar o la paz de los cementerios, fruto de la ausencia de vida y por tanto de conflictos. No se pueden separar la acción interior del Espíritu, del problema de la primera comunidad o de nuestros problemas actuales. El que concibe lo espiritual, que viene de Espíritu, como un mundo aparte sin problemas, ni responsabilidades, tiene una fe demasiado infantil.
La fe adulta sabe de los conflictos eclesiales, sociales, familiares… y no pierde la paz que es don del Resucitado y del Espíritu aún cuando se encuentra con su pecado y el de los suyos. Sabe que hay que caminar entre luces y sombras, que por eso nos ha prometido Jesús el Espíritu Santo, que va guiándonos a nosotros y a la Iglesia hasta el final de los tiempos. Los cristianos de hoy no podemos contar con la presencia visible de Jesucristo, ni podemos resolver nuestros conflictos de una forma mágica o milagrosa. El caminar por nuestro mundo nos obliga a una preocupación constante, para descubrir a cada paso que demos el espíritu del evangelio, a fin de que no nos desviemos de la meta de nuestro andar: el Reino de Dios.
No entramos aquí en el conflicto entre autoridad y libertad, espíritu y ley, derecho y pastoral y otros muchos que han salpicado la historia de la Iglesia. Si sabemos decir “el Espíritu y nosotros”, no habrá peligros de divisiones, aun cuando los problemas planteados presenten diversos puntos de vista y en ocasiones hasta opuestos. El discernimiento nos llevará a una actitud sincera de búsqueda de la verdad, cueste lo que cueste y esta es la lección práctica que debemos aprender de las lecturas de este domingo. Ya sabemos que hacer: escuchar al Espíritu.
PD: Hoy es el 1º de Mayo, Día del Trabajo y de San José Obrero. Como decía San Juan Pablo II en Laborem exercens, nº 6: “El trabajo está en función del hombre y no el hombre en función del trabajo”. Los creyentes en Jesús de Nazaret, debemos animar a todas las personas a denunciar las situaciones injustas que se padecen en el mundo obrero y del trabajo, y a promover el derecho a tener un trabajo decente que no niegue la dignidad de los trabajadores y trabajadoras, ya que el trabajo es para la vida. No estaría mal recordar esto en algún momento de la eucaristía, o sumarse a las manifestaciones festivas y reivindicativas en nuestras ciudades.
En muchos sitios se celebra también el Día de la Madre, por ser el primer domingo de Mayo, mes de María, consumismos aparte, recordemos a nuestras madres y tengámoslas presentes en la oración o visitándolas en este día.
“Me voy y vuelvo a vuestro lado”, “Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre” y ¿ahora qué hacemos? Las preguntas se amontonan: ¿cómo continuar y hacer frente a las situaciones?, ¿cómo organizarse?... “El Paráclito (el Defensor), el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho”. Estamos apañados, es cuestión de fiarse, de saber y tener la certeza, de que Él no nos dejará solos a nosotros, ni a la comunidad, estará siempre a nuestro lado.
El Espíritu vive dentro de la comunidad y de cada persona y aunque aún faltan días para que llegue Pentecostés, el nos enseña y recuerda las palabras de Jesús. Las hace actuales para que cada comunidad, tenga en ellas el criterio para tomar decisiones, no las cambia, ni nos hace interpretarlas a nuestra manera, hace presente aquí y ahora el mensaje de Cristo. Discernir, va ser a partir de ahora una palabra importante: y eso consiste en escuchar la Palabra, abrirse al Espíritu y al amor de los hermanos.
La primera lectura de hoy nos concreta todo esto, la naciente Iglesia se encuentra ante su primera crisis: “Esto provocó un altercado y una violenta discusión con Pablo y Bernabé”. Estos habían bautizado a gentiles sin obligarlos a la circuncisión judía y comenzó la controversia: “Se decidió que Pablo, Bernabé y algunos más subieran a Jerusalén a consular a los apóstoles y presbíteros sobre la controversia”. El encuentro, algunos lo han llamado Concilio de Jerusalén, se saldo con una carta para la iglesia de Antioquía, que dice: “Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros”. Esta es la forma concreta de resolver las cuestiones internas y de recordar las palabras de Jesús haciendo caso al Espíritu.
Es el Espíritu el que nos trae la paz: “La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo”, no es la paz conseguida por la fuerza militar o la paz de los cementerios, fruto de la ausencia de vida y por tanto de conflictos. No se pueden separar la acción interior del Espíritu, del problema de la primera comunidad o de nuestros problemas actuales. El que concibe lo espiritual, que viene de Espíritu, como un mundo aparte sin problemas, ni responsabilidades, tiene una fe demasiado infantil.
La fe adulta sabe de los conflictos eclesiales, sociales, familiares… y no pierde la paz que es don del Resucitado y del Espíritu aún cuando se encuentra con su pecado y el de los suyos. Sabe que hay que caminar entre luces y sombras, que por eso nos ha prometido Jesús el Espíritu Santo, que va guiándonos a nosotros y a la Iglesia hasta el final de los tiempos. Los cristianos de hoy no podemos contar con la presencia visible de Jesucristo, ni podemos resolver nuestros conflictos de una forma mágica o milagrosa. El caminar por nuestro mundo nos obliga a una preocupación constante, para descubrir a cada paso que demos el espíritu del evangelio, a fin de que no nos desviemos de la meta de nuestro andar: el Reino de Dios.
No entramos aquí en el conflicto entre autoridad y libertad, espíritu y ley, derecho y pastoral y otros muchos que han salpicado la historia de la Iglesia. Si sabemos decir “el Espíritu y nosotros”, no habrá peligros de divisiones, aun cuando los problemas planteados presenten diversos puntos de vista y en ocasiones hasta opuestos. El discernimiento nos llevará a una actitud sincera de búsqueda de la verdad, cueste lo que cueste y esta es la lección práctica que debemos aprender de las lecturas de este domingo. Ya sabemos que hacer: escuchar al Espíritu.
PD: Hoy es el 1º de Mayo, Día del Trabajo y de San José Obrero. Como decía San Juan Pablo II en Laborem exercens, nº 6: “El trabajo está en función del hombre y no el hombre en función del trabajo”. Los creyentes en Jesús de Nazaret, debemos animar a todas las personas a denunciar las situaciones injustas que se padecen en el mundo obrero y del trabajo, y a promover el derecho a tener un trabajo decente que no niegue la dignidad de los trabajadores y trabajadoras, ya que el trabajo es para la vida. No estaría mal recordar esto en algún momento de la eucaristía, o sumarse a las manifestaciones festivas y reivindicativas en nuestras ciudades.
En muchos sitios se celebra también el Día de la Madre, por ser el primer domingo de Mayo, mes de María, consumismos aparte, recordemos a nuestras madres y tengámoslas presentes en la oración o visitándolas en este día.