Misal de hoy Viernes 01 de Enero 2016

LECTURAS DEL VIERNES OCTAVA DE NAVIDAD 1 DE ENERO SOLEMNIDAD DE SANTA MARÍA MADRE DE DIOS (BLANCO)


María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón.


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ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Is 9, 1. 5; Lc 1, 33)

Hoy brillará una luz sobre nosotros, porque nos ha nacido el Señor y se le llamará Admirable, Dios, Príncipe de la paz, Padre del mundo futuro, y su Reino no tendrá fin.

Se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA

Señor Dios, que por la fecunda virginidad de María diste al género humano el don de la salvación eterna, concédenos sentir la intercesión de aquella por quien recibimos al autor de la vida, Jesucristo, Señor nuestro, que vive y reina contigo…

LITURGIA DE LA PALABRA

Invocarán mi nombre y yo los bendeciré.

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Del libro de los Números: 6, 22-27

En aquel tiempo, el Señor habló a Moisés y le dijo: "Di a Aarón y a sus hijos: ‘De esta manera bendecirán a los israelitas: El Señor te bendiga y te proteja, haga resplandecer su rostro sobre ti y te conceda su favor. Que el Señor te mire con benevolencia y te conceda la paz’.

Así invocarán mi nombre sobre los israelitas y yo los bendeciré".

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Del salmo 66

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R/. Ten piedad de nosotros, Señor, y bendícenos.

Ten piedad de nosotros y bendícenos; vuelve, Señor, tus ojos a nosotros. Que conozca la tierra tu bondad y los pueblos tu obra salvadora. R/.

Las naciones con júbilo te canten, porque juzgas al mundo con justicia; con equidad tú juzgas a los pueblos y riges en la tierra a las naciones. R/.

Que te alaben, Señor, todos los pueblos, que los pueblos te aclamen todos juntos. Que nos bendiga Dios y que le rinda honor el mundo entero. R/.

Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer.

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De la carta del apóstol san Pablo a los gálatas: 4, 4-7

Hermanos: Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estábamos bajo la ley, a fin de hacernos hijos suyos.

Puesto que ya son ustedes hijos, Dios envió a sus corazones el Espíritu de su Hijo, que clama "¡Abbá!”, es decir, ¡Padre! Así que ya no eres siervo, sino hijo; y siendo hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

ACLAMACIÓN (Hb 1, 1-2)

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R/. Aleluya, aleluya.

En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios en el pasado a nuestros padres, por boca de los profetas. Ahora, en estos tiempos, que son los últimos, nos ha hablado por medio de su Hijo. R/.

Encontraron a María, a José y al niño. Al cumplirse los ocho días, le pusieron por nombre Jesús.

clip_image006Del santo Evangelio según san Lucas: 2, 16-21

En aquel tiempo, los pastores fueron a toda prisa hacia Belén y encontraron a María, a José y al niño, recostado en el pesebre. Después de verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño, y cuantos los oían quedaban maravillados. María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón.

Los pastores se volvieron a sus campos, alabando y glorificando a Dios por todo cuanto habían visto y oído, según lo que se les había anunciado.

Cumplidos los ocho días, circuncidaron al niño y le pusieron el nombre de Jesús, aquel mismo que había dicho el ángel, antes de que el niño fuera concebido.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

Credo

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Señor, tú que eres el origen de todos los bienes y quien los lleva a su pleno desarrollo, concede a quienes celebramos en la Virgen María, Madre de Dios, las primicias de nuestra redención, alcanzar la plenitud de sus frutos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

PREFACIO I DE SANTA MARÍA VIRGEN

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y fuente de salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Y alabar, bendecir y proclamar tu gloria en la solemnidad de Santa María, siempre virgen.

Porque ella concibió a tu Hijo único por obra del Espíritu Santo, y sin perder la gloria de su virginidad, hizo brillar sobre el mundo la luz eterna, Jesucristo, Señor nuestro.

Por él, los ángeles y los arcángeles y todos los coros celestiales, celebran tu gloria, unidos en común alegría. Permítenos asociarnos a sus voces, cantando humildemente tu alabanza: Santo, Santo, Santo…

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Hb 13, 8)

Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por todos los siglos.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Señor, que estos sacramentos celestiales que hemos recibido con alegría, sean fuente de vida eterna para nosotros, que nos gloriamos de proclamar a la siempre Virgen María como Madre de tu Hijo y Madre de la Iglesia. Por Jesucristo, nuestro Señor.

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Comentario al Evangelio de hoy

Queridos Hermanos:
Hoy se nos amontonan los motivos de reflexión. La Iglesia cambió hace años la denominación de esta fiesta, que ya no de la circuncisión del Señor sino de la maternidad de María.
Poco sabemos acerca de cómo vivió María su sublime misión; en realidad, lo que hoy el evangelista nos dice de ella lo decían o dicen nuestras madres de sí mismas: guardaron en su interior (corazón) nuestras primeras expresiones, travesuras, ocurrencias, y lo que algunas personas decían de nosotros. A todo ello le dieron muchas vueltas, y, cuando nos hicimos mayores, nos lo contaban repetidas veces. Pero el evangelista no quiere decir una obviedad; invita a cada creyente a mirar a Jesús en profundidad, a grabar sus gestos y actitudes, retener sus palabras, asimilar su proyecto. La actitud de María debe ser la actitud de la Iglesia de todos los tiempos.
Junto al evangelista, conviene que escuchemos con atención a San Pablo: el Hijo nació en forma humana (de mujer) para que nosotros participemos en su filiación divina.

Al acoger a Cristo encarnado nos hacemos “parte de él” y podemos invocar al Padre con la expresión inefable, casi intraducible, con que lo hace Él: “Abbá”. Los gálatas no sabían arameo, pero Pablo quiso que conservasen la palabra aramea, como la pronunciaba Jesús. Es otro modo de decirnos lo que leíamos ayer en el prólogo del IV evangelio: “a quienes le acogieron les dio la capacidad de llegar a ser hijos de Dios” (Jn 1,12). Jesús no vino al mundo para pasearse exhibiendo su grandeza, sino para hacernos partícipes de ella.
La primera lectura nos hace conscientes de estar en un comienzo (“Año Nuevo”), de echar a andar conscientes de la bendición y providente benevolencia de ese Abbá para con nosotros, que en su Hijo nos lo da todo, que a través de él hace brillar su rostro sobre nosotros y nos concede su paz. Esto es exactamente lo que San Pablo afirma de los creyentes en cada una de sus cartas: “gracia a vosotros y paz de parte de Dios nuestro Padre”; la mirada del Padre, su “rostro”, produce paz. Hace algunas décadas, el beato Pablo VI declaró el 1 de enero como Día Mundial de la Paz; nuestro echar a andar podría ir guiado por las palabras con que se iniciaban las procesiones: “procedamus in pace”.
En este primer día del año hagamos un pequeño proyecto: el de la contemplación gozosa y habitual de nuestra grandeza, no conquistada sino regalada. Intentemos “guardar estas cosas meditándolas en nuestro corazón”, disfrutar de la paternal mirada de nuestro Dios Abbá, caminar junto a él llenos de la paz que su compañía produce.
Vuestro hermano
Severiano Blanco cmf