LECTURAS DEL SÁBADO DÍA II DE LA OCTAVA DE NAVIDAD 26 DE DICIEMBRE SAN ESTEBAN DIÁCONO PROTOMÁRTIR (ROJO)
Todos los odiarán a ustedes por mi causa, pero el que persevere hasta el fin se salvará.
ANTÍFONA DE ENTRADA
Las puertas del cielo se abrieron para san Esteban, el primero de los mártires, y por esto ha recibido el premio de la gloria.
Se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Concédenos,
Señor, imitar lo que estamos celebrando, para que aprendamos a amar aun
a nuestros enemigos, ya que estamos conmemorando el martirio de aquel
que supo orar por sus perseguidores. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios
por los siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
Estoy viendo los cielos abiertos.
En aquellos días, Esteban, lleno de gracia y de poder, realizaba grandes prodigios y signos entre la gente.
Algunos
judíos de la sinagoga llamada "de los Libertos", procedentes de Cirene,
Alejandría, Cilicia y Asia, se pusieron a discutir con Esteban; pero no
podían refutar la sabiduría y el Espíritu con que hablaba.
Al oír estas cosas, los miembros del sanedrín se enfurecieron y rechinaban los dientes de rabia contra él.
Pero
Esteban, lleno del Espíritu Santo, miró al cielo, vio la gloria de Dios
y a Jesús, que estaba de pie a la derecha de Dios, y dijo: "Estoy
viendo los cielos abiertos y al Hijo del hombre de pie a la derecha de
Dios".
Entonces
los miembros del sanedrín gritaron con fuerza, se taparon los oídos y
todos a una se precipitaron sobre él. Lo sacaron fuera de la ciudad y
empezaron a apedrearlo. Los falsos testigos depositaron sus mantos a los
pies de un joven, llamado Saulo.
Mientras
lo apedreaban, Esteban repetía esta oración: "Señor Jesús, recibe mi
espíritu". Después se puso de rodillas y dijo con fuerte voz: "Señor, no
les tomes en cuenta este pecado". Y diciendo esto, se durmió en el Señor.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Del salmo 30
Sé
tú, Señor, mi fortaleza y mi refugio, la muralla que me salve. Tú, que
eres mi fortaleza y mi defensa, por tu nombre, dirígeme y guíame. R/.
En
tus manos encomiendo mi espíritu y tú, mi Dios leal, me librarás. Tu
misericordia me llenará de alegría, porque has visto las angustias de mi
alma. R/.
Líbrame
de la mano de mis enemigos y de aquellos que me persiguen. Vuelve,
Señor, tus ojos a tu siervo y sálvame, por tu misericordia. R/.
ACLAMACIÓN Sal 117, 26. 27
R/. Aleluya, aleluya.
¡Bendito el que viene en nombre del Señor! Que el Señor, nuestro Dios, nos ilumine. R/.
No serán ustedes los que hablarán, sino el Espíritu de su Padre.
Del santo Evangelio según san Mateo: 10, 17-22
En
aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: "Cuídense de la gente, porque
los llevarán a los tribunales, los azotarán en las sinagogas, los
llevarán ante gobernadores y reyes por mi causa; así darán testimonio de
mí ante ellos y ante los paganos. Pero, cuando los entreguen, no se
preocupen por lo que van a decir o por la forma de decirlo, porque, en
ese momento se les inspirará lo que han de decir. Pues no serán ustedes
los que hablen, sino el Espíritu de su Padre el que hablará por ustedes.
El
hermano entregará a su hermano a la muerte, y el padre, a su hijo; los
hijos se levantarán contra sus padres y los matarán; todos los odiarán a
ustedes por mi causa, pero el que persevere hasta el fin se salvará".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Te
rogamos, Señor, que te sean aceptables los dones que te presentamos hoy
con alegría en la gloriosa conmemoración del mártir san Esteban. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I-III de Navidad.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Hch 7, 59
Mientras lo apedreaban, Esteban repetía esta oración: Señor Jesús, recibe mi espíritu.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
https://www.facebook.com/snfranciscoxavier.comunidadcatolica
Comentario al Evangelio de hoy
Luis Manuel Suarez, cmf
Recién iniciada la vida, se nos recuerda su fragilidad. Cuando un niño nace, la sangre y el llanto nos recuerdan que la vida se abre camino no sin dolor. Nuestro ombligo, con el cordón umbilical cortado, será el recuerdo permanente de que no nos dimos la vida a nosotros mismos… y tampoco seremos eternos por nosotros mismos.
Recién celebrado el nacimiento de Jesús, se nos recuerda aquello que amenaza su vida. La persecución, la violencia, el odio… Personificado todo ello en la historia de San Esteban, primer mártir de la Iglesia, cuya fiesta hoy celebramos.
Un día para aprender de su saber “permanecer” en medio de la persecución. De su confianza en el Dios que espera que recoja los fragmentos rotos de su vida para recomponerla junto a Él, para siempre. De su perdón a los enemigos, como buen discípulo del Maestro…
Un día también para recordar a los cristianos perseguidos en tantos lugares del mundo. De pedir por ellos, para que no les falte la fuerza que viene de Dios. Y de pedir por los que les persiguen, para que el Señor les cambie el corazón. Y de apoyarles en lo que podamos.
Danos, Señor, la confianza en medio de la dificultad.
La permanencia en medio de la persecución.
El aliento en la fragilidad.
Como San Esteban,
como tantos hombres y mujeres
que, en medio de las dificultades
te permanecieron fieles sin negarte.
Sostenidos por tu Espíritu y por los hermanos…
en la esperanza de la resurrección.
Amén.