Evangelio y Comentario de hoy Miercoles 27 de Junio 2015


Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Marcos (10,32-45):

En aquel tiempo, los discípulos iban subiendo camino de Jerusalén, y Jesús se les adelantaba; los discípulos se extrañaban, y los que seguían iban asustados.
Él tomó aparte otra vez a los Doce y se puso a decirles lo que le iba a suceder: «Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, se burlarán de él, le escupirán, lo azotarán y lo matarán; y a los tres días resucitará.»
Se le acercaron los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: «Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir.»
Les preguntó: «¿Qué queréis que haga por vosotros?»
Contestaron: «Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda.»
Jesús replicó: «No sabéis lo que pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?»
Contestaron: «Lo somos.»
Jesús les dijo: «El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizaréis con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mi concederlo; está ya reservado.»
Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan.
Jesús, reuniéndolos, les dijo: «Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos.»

Palabra del Señor


Queridos amigos:
Santiago y Juan se presentan ante Jesús y le piden que los siente uno a la derecha y otro a la izquierda en tu gloria. Los seres humanos somos así: todos queremos sobresalir por encima de los demás y ser más que los otros. Son los deseos de grandeza. A esta petición Jesús les da una hermosa catequesis: “el que quiera ser grande que sea vuestro servidor y el que quiera ser primero sea esclavo de todos”. Pero antes les ha dicho que los grandes de este mundo tiranizan y oprimen, y que entre sus discípulos no puede ser así.
¿Hay entre nosotros personas grandes como Jesús nos dice? Normalmente estas personas no aparecen en los medios de comunicación –diario, tv…-, nadie les cede el paso en lugar alguno ni les hace reverencia; no tienen títulos académicos ni poseen muchas riquezas, pero tienen algo que vale más que los bienes materiales: la bondad, la capacidad de acogida, la ternura y la compasión hacia los necesitados. Hombres y mujeres que pasean por nuestras calles, viajan en metro y bus, pero que pasan por la vida dando amor y cariño a su alrededor. Personas sencillas que viven pasando una mano y haciendo el bien. Personas que no conocen el orgullo ni tienen grandes pretensiones, pero que se les encuentra en el momento oportuno cuando se necesita una palabra de ánimo, una mirada cordial, una sonrisa alegre, un favor…
Padres buenos que se toman tiempo, aunque vengan cansados del trabajo del día, para escuchar las mil y una preguntas de sus hijos pequeños, que disfrutan de sus juegos y descubren junto a ellos lo mejor de la vida. Madres incansables que llenan el hogar de amor y alegría; mujeres que no tienen precio, pues saben dar a sus hijos lo que más necesitan en cada instante sin escatimar sacrificio. Esposos que van madurando su amor día a día, aprendiendo a ceder, cuidando generosamente la felicidad del otro, perdonándose mutuamente en los mil pequeños roces de la vida.
Estas personas, desconocidas a los medios de comunicación, son las que hacen más agradable la vida y más habitable el mundo, y descontaminan el aire impuro de nuestras ciudades y pueblos un tanto irrespirable por el aislamiento, la delincuencia, los robos, los asaltos, la violencia, la indiferencia… De ellas ha dicho Jesús que son “grandes” porque viven al servicio de los demás y les ayudan a vivir con esperanza y alegría.
En el desierto de este mundo, donde sólo parece crecer la rivalidad y el enfrentamiento, ellas son pequeños oasis en los que brota la amistad, la confianza y la mutua ayuda. No se pierden en discursos y teorías, porque lo suyo es amar calladamente y prestar ayuda a quien la necesite. Tal vez nunca reciban un homenaje o incluso una palabra de agradecimiento, pero estos hombres y mujeres –“una muchedumbre incontable” como dice el Apocalipsis- son grandes porque son humanos .Y ellos son los mejores seguidores de Jesús, pues viven haciendo un mundo más digno y abriendo caminos al Reino de Dios.
José Luis Latorre, Misionero Claretiano

https://www.facebook.com/snfranciscoxavier.comunidadcatolica 

Podemos estar cerca pero lejos unos de otros

Miércoles de la octava semana del tiempo ordinario
“Mirad que estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del Hombre va a ser entregado, lo condenarán a muerte… “Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir: “Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda”. Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan”. (Mc 10,32-45)
Podemos estar juntos y pensar distinto.
Podemos caminar juntos, pero cada uno encerrado en sus propios intereses.
Podemos caminar juntos, pero lejos unos de otros.
No son los cuerpos los que unen sino los pensamientos y los valores de la vida.
Jesús habla de su suerte en Jerusalén que terminará en la muerte en la Cruz.
Santiago y Juan están con el pensamiento en otra parte.
Jesús pensando en cómo rebajarse entregándose hasta darlo todo.
Los dos hermanos pensando en títulos y honores y preferencias.
Y cuando en el grupo hay quienes aspiran a ser más que los demás, los otros se calientan, se enojan y se indignan y, claro, viene la división interna del grupo o de la comunidad.

No resulta fácil querer escuchar a quien habla:
De dar la vida por los demás.
De ser juzgado y condenado por los verdaderos valores de la vida.
De pensar en los demás y no en sí mismo.

Resulta más fácil:
Escuchar a quien nos habla de dignidades.
Escuchar a quien nos habla de ocupar los primeros lugares.
Escuchar a quien nos habla de sillones presidenciales.
Escuchar a quien nos habla de ser más que los demás.

Podemos caminar al lado de Jesús pero sin escuchar aquello que no nos conviene.
Podemos caminar al lado de Jesús pero encerrados en nuestros propios intereses.
Podemos caminar al lado de Jesús pero estando bien lejos de él.
Cercanos los cuerpos.
Lejanos los sentimientos y los ideales.
Cercanos los cuerpos y distanciadas las almas.
Podemos leer el Evangelio, pero nuestras vidas siguen sus propios caminos.
Podemos leer el Evangelio, y creer aquello que nos conviene y olvidar el resto.

Podemos vivir como pareja, pero nuestros corazones estar lejos.
Podemos vivir como pareja, pero sin compartir los mismos sentimientos.
Podemos vivir como pareja, pero sin compartir los mismos ideales.
Podemos vivir como comunidad, pero cada uno, como dice el, refrán “bailando con la suya”.
Podemos vivir como comunidad, pero cada uno pensando más en ser servido que en servir.
Podemos vivir en comunidad al lado de los necesitados, pero cada uno pensando en cómo pasárselo bien.

Las luchas de poder nunca logran unir, dividen a las personas.
Las luchas de poder nunca crean armonía.
Las luchas de poder lo que crean son resentimientos y divisiones.
Todos “subiendo a Jerusalén”, pero cada uno con sentimientos distintos.
Todos “subiendo a Jerusalén”, pero mientras unos llevan el alma cargada de amor y servicialidad, otros “extrañados” y no queriendo saber nada de lo que les espera.

Es el camino de la Iglesia. Todos con el Evangelio en la mano:
Unos buscando en él el camino del Reino de Dios.
Otros engañándonos buscando nuestro propio reino.
Unos buscando los caminos del amor.
Otros buscando los caminos de los propios intereses.
Unos hablando de los grandes ideales.
Otros sordos escuchándose a sí mismos.
Mientras tanto, Jesús aguantándonos a todos y caminando al lado de todos.

Pensamiento: Escuchar a quien nos propone grandes metas es mucho mejor que escuchar a quienes nos propone las alturas del poder.
juanjauregui.es