Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Marcos (16,15-20):
En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: «ld al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos.»
Después de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se fueron a pregonar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.
Palabra del Señor
En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: «ld al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos.»
Después de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se fueron a pregonar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.
Palabra del Señor
Queridos amigos:
Hoy es el día de san Marcos. Celebrar esta fiesta es un motivo de gozo. Y más este año que nos está acompañando en la lectura dominical. El párrafo que sigue es una síntesis del artículo mayor de Enric González publicado en El País, el pasado 1 de marzo. Si alguien como él, que se define como no creyente, se declara profundo admirador de su obra, más motivos tenemos nosotros, creyentes, para sentir un profundo agradecimiento a quien puso por primera vez negro sobre blanco la vida de Jesús. De la admiración al agradecimiento.
Construir un relato no es nada fácil, aunque se trate de contar algo realmente acontecido y dispongamos de datos fiables. Incluso si el narrador ha sido testigo ocular de lo que cuenta, necesita atar cabos sueltos, explicar detalles dudosos y, sobre todo, fabricar una coherencia que no existe en la vida real. Y, por supuesto, ha de tener el valor y la lucidez necesarios para aceptar su propia subjetividad. Las historias crecen y se transforman cada vez que se cuentan o se escriben, pero el texto original, el primero, posee una luz característica: la luz de la creación. Por eso me parece admirable el relato que generalmente atribuimos a alguien llamado Marcos, de quien sólo conocemos lo que escribió. No hablo del evangelio de Marcos como creyente, porque no lo soy, sino como devoto admirador de su breve obra literaria. Recomiendo la lectura del relato de Marcos porque, aunque estilísticamente tosca, es dinámica, abunda en intriga y misterios, contiene presencias diabólicas y exorcismos, y concluye de forma desconcertante. El llamado Marcos creó una historia (desconocemos los hechos reales, sólo sabemos lo que él nos cuenta) sobre la que se construyó gran parte de la cultura occidental. Entre los evangelios, es el único que habla de alguien que parece un hombre real y de su tiempo.
La lectura evangélica de hoy son las últimas palabras del libro. Estas palabras se entienden perfectamente cuando se ha leído-comprendido-vivido toda la historia.
https://www.facebook.co/snfranciscoxavier.comunidadcatolica?ref=tn_tnmn
“Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará, el que se resista a creer será condenado”. (Mc 16,15-20)
La celebración de la fiesta de San Marcos, evangelista, rompe o interrumpe el capítulo 6 de Juan que es la base de la liturgia de todos estos días.
Y el gran mensaje que se nos ofrece hoy es el mandato de Jesús:
. el universalismo del Evangelio.
. el universalismo del anuncio.
. el universalismo de la fe.
. el universalismo de la salvación.
“Id al mundo entero”
El Evangelio tiene que encarnarse en cada lugar, en cada cultura de cada época y en cada raza y color.
Pero la encarnación no puede significar ni reduccionismos y privatizaciones.
Las culturas nos impondrán un modo de presentarlo.
Las razas y los distintos pueblos condicionarán el modo de anunciarlo.
Pero en modo alguno reducir su universalidad.
Ni tampoco su anuncio.
El creyente debe encarnarse en la cultura donde vive.
Pero la cultura no puede limitar su universalidad.
Tiene que estar dispuesto a “ir al mundo entero”.
Reducirnos a nuestro provincialismo porque aquí hay necesidades es recortar el Evangelio.
Jesús fue claro cuando en Cafarnaún “todo el mundo te busca”.
Su respuesta es clara: “también en otras partes me necesitan”.
La fe y la Iglesia se empobrecen en la medida en que quedan apresadas por los localismos y provincialismos y regionalismos o nacionalismos.
La Iglesia tiene que tener una visión que está por encima de todos esos “ismos”.
También Israel necesitaba de la presencia de los Discípulos.
Pero Jesús los envía “al mundo entero”.
El universalismo es posiblemente uno de los mejores signos de la credibilidad del Evangelio.
El universalismo es una de las fuentes del enriquecimiento y vivencia de la fe.
Es cierto que no todos podremos ir por “el mundo entero”.
Pero aquellos a quienes el Señor ha llamado a la misión evangelizadora y al anuncio del Evangelio no pueden priorizar los localismos a la universalidad de todos los pueblos.
También a Jesús le necesitaban en Cafarnaún.
Todos te están buscando.
Pero la respuesta fue clara “vamos a otras aldeas, que también allí nos necesitan”.
Jesús quiere dar la oportunidad a todos.
Nadie debe quedar excluido del anuncio del Evangelio.
Nadie debe quedar excluido de las posibilidades de creer.
El mejor ejemplo lo tenemos en el mismo Pablo:
Fundaba una comunidad, la establecía.
Luego se largaba a crear una nueva.
Pablo, en nada se parecía a esos párrocos eternos que no aciertan a dejar su parroquia para que ella misma se abastezca a sí misma.
No somos católicos por pertenecer a Roma.
Somos católicos porque somos de todos y para todos.
Somos católicos porque nos interesamos de todos y por todos.
El mismo Jesús que se “sentó a la derecha del Padre”, “cooperará confirmando la palabra con las señales que los acompañaban”.
Pensamiento: El creyente no cabe en su pequeño mundo provincialista. Solo cabe en el mundo entero.
juanjauregui.es
Hoy es el día de san Marcos. Celebrar esta fiesta es un motivo de gozo. Y más este año que nos está acompañando en la lectura dominical. El párrafo que sigue es una síntesis del artículo mayor de Enric González publicado en El País, el pasado 1 de marzo. Si alguien como él, que se define como no creyente, se declara profundo admirador de su obra, más motivos tenemos nosotros, creyentes, para sentir un profundo agradecimiento a quien puso por primera vez negro sobre blanco la vida de Jesús. De la admiración al agradecimiento.
Construir un relato no es nada fácil, aunque se trate de contar algo realmente acontecido y dispongamos de datos fiables. Incluso si el narrador ha sido testigo ocular de lo que cuenta, necesita atar cabos sueltos, explicar detalles dudosos y, sobre todo, fabricar una coherencia que no existe en la vida real. Y, por supuesto, ha de tener el valor y la lucidez necesarios para aceptar su propia subjetividad. Las historias crecen y se transforman cada vez que se cuentan o se escriben, pero el texto original, el primero, posee una luz característica: la luz de la creación. Por eso me parece admirable el relato que generalmente atribuimos a alguien llamado Marcos, de quien sólo conocemos lo que escribió. No hablo del evangelio de Marcos como creyente, porque no lo soy, sino como devoto admirador de su breve obra literaria. Recomiendo la lectura del relato de Marcos porque, aunque estilísticamente tosca, es dinámica, abunda en intriga y misterios, contiene presencias diabólicas y exorcismos, y concluye de forma desconcertante. El llamado Marcos creó una historia (desconocemos los hechos reales, sólo sabemos lo que él nos cuenta) sobre la que se construyó gran parte de la cultura occidental. Entre los evangelios, es el único que habla de alguien que parece un hombre real y de su tiempo.
La lectura evangélica de hoy son las últimas palabras del libro. Estas palabras se entienden perfectamente cuando se ha leído-comprendido-vivido toda la historia.
https://www.facebook.co/snfranciscoxavier.comunidadcatolica?ref=tn_tnmn
El universalismo identidad de la Iglesia
Fiesta de San Marcos“Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará, el que se resista a creer será condenado”. (Mc 16,15-20)
La celebración de la fiesta de San Marcos, evangelista, rompe o interrumpe el capítulo 6 de Juan que es la base de la liturgia de todos estos días.
Y el gran mensaje que se nos ofrece hoy es el mandato de Jesús:
. el universalismo del Evangelio.
. el universalismo del anuncio.
. el universalismo de la fe.
. el universalismo de la salvación.
“Id al mundo entero”
El Evangelio tiene que encarnarse en cada lugar, en cada cultura de cada época y en cada raza y color.
Pero la encarnación no puede significar ni reduccionismos y privatizaciones.
Las culturas nos impondrán un modo de presentarlo.
Las razas y los distintos pueblos condicionarán el modo de anunciarlo.
Pero en modo alguno reducir su universalidad.
Ni tampoco su anuncio.
El creyente debe encarnarse en la cultura donde vive.
Pero la cultura no puede limitar su universalidad.
Tiene que estar dispuesto a “ir al mundo entero”.
Reducirnos a nuestro provincialismo porque aquí hay necesidades es recortar el Evangelio.
Jesús fue claro cuando en Cafarnaún “todo el mundo te busca”.
Su respuesta es clara: “también en otras partes me necesitan”.
La fe y la Iglesia se empobrecen en la medida en que quedan apresadas por los localismos y provincialismos y regionalismos o nacionalismos.
La Iglesia tiene que tener una visión que está por encima de todos esos “ismos”.
También Israel necesitaba de la presencia de los Discípulos.
Pero Jesús los envía “al mundo entero”.
El universalismo es posiblemente uno de los mejores signos de la credibilidad del Evangelio.
El universalismo es una de las fuentes del enriquecimiento y vivencia de la fe.
Es cierto que no todos podremos ir por “el mundo entero”.
Pero aquellos a quienes el Señor ha llamado a la misión evangelizadora y al anuncio del Evangelio no pueden priorizar los localismos a la universalidad de todos los pueblos.
También a Jesús le necesitaban en Cafarnaún.
Todos te están buscando.
Pero la respuesta fue clara “vamos a otras aldeas, que también allí nos necesitan”.
Jesús quiere dar la oportunidad a todos.
Nadie debe quedar excluido del anuncio del Evangelio.
Nadie debe quedar excluido de las posibilidades de creer.
El mejor ejemplo lo tenemos en el mismo Pablo:
Fundaba una comunidad, la establecía.
Luego se largaba a crear una nueva.
Pablo, en nada se parecía a esos párrocos eternos que no aciertan a dejar su parroquia para que ella misma se abastezca a sí misma.
No somos católicos por pertenecer a Roma.
Somos católicos porque somos de todos y para todos.
Somos católicos porque nos interesamos de todos y por todos.
El mismo Jesús que se “sentó a la derecha del Padre”, “cooperará confirmando la palabra con las señales que los acompañaban”.
Pensamiento: El creyente no cabe en su pequeño mundo provincialista. Solo cabe en el mundo entero.
juanjauregui.es