Evangelio y Comentario de hoy 05 de Noviembre 2014

Evangelio Noviembre 5, 2014

Renuncia a todo lo que se ama
Tiempo Ordinario
Lucas 14, 25-33.
Veamos cómo podemos transformar y dar sentido a nuestros pequeños dolores cotidianos.


Del santo Evangelio según san Lucas 14, 25-33
En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; Él se volvió y les dijo: Si alguno viene donde mí y no pospone a su padre, a su madre, a su mujer, a sus hijos, a sus hermanos, a sus hermanas e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. El que no lleve su cruz y venga en pos de mí, no puede ser discípulo mío. Porque ¿quién de vosotros, que quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, y ver si tiene para acabarla? No sea que, habiendo puesto los cimientos y no pudiendo terminar, todos los que lo vean se pongan a burlarse de él, diciendo: "Este comenzó a edificar y no pudo terminar." O ¿qué rey, que sale a enfrentarse contra otro rey, no se sienta antes y delibera si con 10 mil puede salir al paso del que viene contra él con 20 mil? Y si no, cuando está todavía lejos, envía una embajada para pedir condiciones de paz. Pes, de igual manera, cualquiera de vosotros que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío.

Oración introductoria
Ven, Espíritu Santo, dame tu gracia para saber renunciar a todo lo que pueda distraer mi oración, porque quiero seguirte y vivir centrado en Ti, trabajar por Ti, sufrir por Ti, gozar por Ti, amar por Ti y buscarte en todo y siempre.

Petición
Jesús, dame un amor ardiente y personal a tu Divino Corazón para que nada, ni nadie, sea más importante en mi vida.

Meditación del Papa Francisco

Jesús dice a sus discípulos: "El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y venga conmigo". Este es el estilo cristiano porque Jesús ha recorrido antes este camino. Nosotros no podemos pensar la vida cristiana fuera de este camino. Siempre está este camino que Él ha hecho antes: el camino de la humildad, el camino también de la humillación, de negarse a uno mismo y después resurgir de nuevo. Este es el camino. El estilo cristiano, sin cruz no es cristiano, y si la cruz es una cruz sin Jesús, no es cristiana. El estilo cristiano toma la cruz con Jesús y va adelante. No sin cruz, no sin Jesús.

Jesús ha dado el ejemplo y aún siendo igual a Dios, se humilló a sí mismo, y se ha hecho siervo por nosotros. Este estilo nos salvará, nos dará alegría y nos hará fecundos, porque este camino de renegarse a sí mismo es para dar vida, es contra el camino del egoísmo, de estar apegado a todos los bienes solo para mí... Este camino está abierto a los otros, porque ese camino que ha hecho Jesús, de anulamiento, ese camino ha sido para dar vida. (Cf. S.S. Francisco, 6 de marzo de 2014, homilía en Santa Marta).

Reflexión
"El que no toma su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo". La liturgia de hoy, nos ofrece un pasaje evangélico que constituye una de las columnas del cristianismo. La cruz. Aunque hoy en día se tiende a hablar cada vez menos del dolor y del sufrimiento, no por ello deja de estar presente en nuestras vidas. El dolor en sí mismo es un misterio. Es duro y, humanamente, repugnante. Sin embargo, es transformable.

Alfred de Musset afirma que: «Nada nos hace tan grandes como un gran dolor». O, como escribió Luis Rosales: «Los hombres que no conocen el dolor son como iglesias sin bendecir». No se trata de endulzar la cruz o de convertirla en una carga "light". Se trata de descubrir su valor cristiano y de darle un sentido. Sí, el auténtico cristianismo es exigente.

Jesús, no fue hacia el dolor como quien va hacia un paraíso. Se dedicó a aliviar el dolor en los demás; y el dolor de la pasión lo hizo temblar de miedo, cuando pidió al Padre que le librara de él; pero lo asumió, porque era necesario, porque era la voluntad de su Padre. Así, convirtió el dolor en redención, en fecundidad y en alegría interior. Quien de verdad quiera ser discípulo de Cristo (eso significa ser cristiano), ha de despojarse de todos sus bienes. Sólo así, seremos dignos de Él y encontraremos la paz y la felicidad que sólo Él puede darnos. Y nadie nos la podrá arrancar.

Revisemos nuestras vidas y veamos cómo podemos transformar y dar sentido a nuestros pequeños dolores cotidianos. Veamos qué nos queda por entregar de todos nuestros bienes y sigamos el ejemplo de Jesús, que desde el Huerto de Getsemaní, se convirtió en el gran profesional de la cruz, fuente de salvación y de realización para todos los hombres. Cristo murió, es cierto. Pero, lo hizo para resucitar, para devolvernos la vida. Nuestra fe, nuestra religión es la de una Persona viva que, paso a paso, camina a nuestro lado, enseñándonos el mejor modo de vivir.

Propósito
Dejar «eso» que me está apartando de ser un auténtico discípulo y misionero de Cristo.

Diálogo con Cristo
Jesús, gracias por este momento de oración. Aumenta mi fe para poder seguir el camino que me propones. Quiero ser tu discípulo, abrazar, por amor a Ti, los problemas y el sufrimiento que pueda encontrar el día de hoy, sabiendo que Tú estás conmigo y que todo tiene valor y recompensa, si es hecho por amor a Dios y a los demás.


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Con la Palabra de Dios

Miércoles de la semana 31 del tiempo ordinario
“Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: “Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar?” (Lc 14,25-33)
Vivimos una cultura de lo provisional.
Antes se construía para la eternidad.
Ahí están esas Catedrales que duraban infinidad de años levantarlas.
Se hablaba de “paciencia benedictina”.
Las cosas se hacían para que durasen.
Hoy vivimos la cultura del “usa y tíralo”.
Pero esto se manifiesta también en nuestras vidas.
Jesús no exige que le sigan, pero sí pide que antes pensemos bien si estamos dispuestos a llegar hasta el final.
Jesús no quiere seguidores que se echan atrás a medio camino.
Jesús no quiere seguidores que le abandonan a mitad del camino.
Jesús no quiere seguidores que comienzan alegremente y luego se cansan pronto.
Por eso nos pide que pensemos bien antes de decidirnos.
Nos pide que tomemos conciencia de si queremos llegar al final del camino.
No quiere seguidores que se echan atrás.
“se siente a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla”.
“no sea que no pueda acabarla, se pongan a burlarse de él, los que pasan”.
El Papa Francisco decía:
“El camino de la Iglesia, también nuestro camino cristiano personal, no siempre es fácil, encontramos dificultades y tribulación… Pero las dificultades, las tribulaciones, forman parte del camino para llegar a la gloria de Dios, como para Jesús, que ha sido glorificado en la Cruz; las encontraremos siempre en la vida. No desanimarse. Tenemos la fuerza del Espíritu Santo para vencer las tribulaciones”. Y añade: “Lo estáis oyendo, jóvenes: caminar a contracorriente”, “hay que ser valientes para ir a contracorriente”.
Palabras las de Jesús y las de Papa que nos parecen fundamentales hoy, tan acostumbrados a lo provisional, a lo efímero, a la inconstancia, a quedarnos a medio camino.
Hablamos de “amarte y servirte todos los días de mi vida”.
Y pronto nos entra el cansancio, la inconstancia y la frivolidad del cambio.
Y no se trata de mala voluntad.
Es problema de actitud, de mentalidad, de cultura.
La cultura de lo “nuevo y del cambio”.
Hablamos de “entrega a Dios para toda la vida”.
Y hacemos solemnemente incluso los “votos perpetuos”.
Nos hacemos la foto para el recuerdo, y nuestra voluntad se cansa.
Y nos damos cuenta de que “ese no era mi camino”.
Los casados “hasta que la muerte nos separe”, terminan por “divorciarse” e incluso por pedir “declaración de nulidad de su matrimonio”.
Los consagrados van perdiendo su fervor primero y terminan por “pedir dispensa de sus votos”.
¿Será que no tenemos capacidad de resistir hasta el final?
¿Será que no tenemos voluntad del para siempre?
¿Será que jugamos alegremente con la llamada del Señor?
¿Será que no tomamos en serio nuestro compromiso?
Señor: danos esposos fieles a su palabra y comprometidos en el sacramento.
Señor: danos consagrados fieles a su compromiso definitivo.
Señor: danos bautizados capaces de ser fieles a su condición de creyentes.
Señor: danos la gracia de pensar y reflexionar antes de tomar decisiones tan serias.
No se trata de que alguien pueda reírse de nosotros.
Se trata de no fallarte a ti y a tu llamada.
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