Evangelio y comentario de hoy Domingo 19 de octubre 2014

Día litúrgico: Domingo XXIX (A) del tiempo ordinario
Texto del Evangelio (Mt 22,15-21): En aquel tiempo, los fariseos se fueron y celebraron consejo sobre la forma de sorprenderle en alguna palabra. Y le envían sus discípulos, junto con los herodianos, a decirle: «Maestro, sabemos que eres veraz y que enseñas el camino de Dios con franqueza y que no te importa por nadie, porque no miras la condición de las personas. Dinos, pues, qué te parece, ¿es lícito pagar tributo al César o no?». Mas Jesús, conociendo su malicia, dijo: «Hipócritas, ¿por qué me tentáis? Mostradme la moneda del tributo». Ellos le presentaron un denario. Y les dice: «¿De quién es esta imagen y la inscripción?». Dícenle: «Del César». Entonces les dice: «Pues lo del César devolvédselo al César, y lo de Dios a Dios».
Comentario: P. Antoni POU OSB Monje de Montserrat (Montserrat, Barcelona, España)
Lo del César devolvédselo al César, y lo de Dios a Dios
Hoy, se nos presenta para nuestra consideración una "famosa" afirmación de Jesucristo: «Lo del César devolvédselo al César, y lo de Dios a Dios» (Mt 22,21).

No entenderíamos bien esta frase sin tener en cuenta el contexto en el que Jesús la pronuncia: «los fariseos se fueron y celebraron consejo sobre la forma de sorprenderle en alguna palabra» (Mt 22,15), y Jesús advirtió su malicia (cf. v. 18). Así, pues, la respuesta de Jesús está calculada. Al escucharla, los fariseos quedaron sorprendidos, no se la esperaban. Si claramente hubiese ido en contra del César, le habrían podido denunciar; si hubiese ido claramente a favor de pagar el tributo al César, habrían marchado satisfechos de su astucia. Pero Jesucristo, sin hablar en contra del César, lo ha relativizado: hay que dar a Dios lo que es de Dios, y Dios es Señor incluso de los poderes de este mundo.


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Queridos hermanos:
Tema complicado, ¿es compatible la pertenencia al Reino y tener a Dios como soberano absoluto y la obediencia a las autoridades civiles y el ser ciudadanos? Desde siempre las relaciones entre lo religioso y lo político estuvieron saturadas de confusión y esto llega hasta hoy, (recordemos la Constitución, el Concordato, la asignatura de religión, el pago de la entrada a las Catedrales, el patrimonio, la cruz en la declaración de la renta…; pero éste es tema de unas charlas, no de una homilía). Ya los primeros cristianos tenían el dilema de ser fieles al Dios de Jesucristo y al Emperador, la solución parece darla el texto de hoy: “Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”. El problema se planteará también más tarde ante Pilatos que le preguntará: “¿Eres Rey?” y por lo tanto si dice sí, atenta contra el César; conocemos la respuesta: “Soy Rey, pero mi reino no es de este mundo”, no corresponde al esquema político que tenemos en la cabeza.
Lo original de su Reino, es la soberanía absoluta de Dios sobre el mundo, la primera lectura de Isaías afirma: “Yo soy el Señor y no hay otro; fuera de mí no hay Dios”. Solemos caer en el error de pensar en un Dios que reina al estilo nuestro, con un esquema político, burocrático y en ocasiones militar, (¿Qué significa sino que el Papa sea jefe de Estado?). El reinado de Dios se ejerce en el interior de los corazones y mediante el ejercicio de la justicia es salvaguarda de los derechos del hombre. En este tema tan complicado es necesario tener algunas ideas claras: el Reino de Dios es más amplio que la Iglesia, pero esto no quiere decir que no haya una relación querida por Jesús entre la comunidad cristiana y el Reino. La Iglesia debe caracterizarse por la defensa de los derechos absolutamente inalienables del hombre, lo que llamamos los valores del Reino, (por ejemplo el derecho a la vida). En este sentido la Iglesia no está en contraposición con el Estado o la política, los dos buscan el bien de las personas. Esto exige, desde la honestidad y la sinceridad de corazón una actitud de constante búsqueda y autocrítica, mirar los “signos de los tiempos”: tanto a la Iglesia como al Estado o la política. Con el ejemplo anterior, defender la vida: es preocuparse por las leyes abortistas, por el 0,7% y el tercer mundo, apoyar económicamente a las familias, estar en contra de la pena de muerte…
Por mucho que lo digan ciertos voceros, nosotros somos ciudadanos y la fe no es algo de las sacristías o íntimo y privado, la Iglesia y los cristianos, desde la humildad, tienen derecho a decir en público lo que piensan sobre la organización y marcha de la vida. No tenemos todas las soluciones e incluso tantos defectos como otras instituciones, pero aportamos nuestro grano de arena, (Últimamente un buen ejemplo de ello es la Exhortación del Papa Francisco “La Alegría del Evangelio”). La Iglesia puede prestar una gran contribución a la sociedad, nos lo recuerda el DOMUND, que se celebra en este domingo con el lema: “Renace la alegría” y tantos y tantos misioneros. No hay contraposición afirmamos que Dios y Jesús es el Señor y también nuestra pertenencia a un pueblo del que somos parte activa. Si le damos a la comunidad humana todo lo que le podemos dar, estamos seguros de que también se lo damos a Dios. Todo lo que se hace a favor de la justicia, es tarea a favor del Reino de Dios.
Nota: para este día se puede leer el guión litúrgico de la OMP que trae sugerencias para la homilía, recordar también que el pasado viernes 17, fue el Día Internacional de la Erradicación de la pobreza  y el miércoles 15, comenzó el V centenario de Santa Teresa.

Dios te necesita a ti
A un hombre de negocios le preguntaron una vez: ¿Cuál es su ocupación?
-Soy un cristiano, contestó.
No, no, ¿cuál es su trabajo?
-Soy un cristiano.
No, usted no entiende, dijo el periodista, ¿cómo se gana usted la vida?
Mire, mi trabajo, a tiempo completo, es ser cristiano y además tengo una tienda para poder pagar las facturas.
Ese hombre entendía el evangelio de hoy. Daba al César lo suyo y a Dios también.
A Jesús, sus enemigos, siempre le andaban buscando las cosquillas con preguntas comprometidas para ver si era un buen judío, si era un buen patriota, si colaboraba con los romanos, si lo podían acusar de terrorista…
Hoy, le preguntan: Jesús qué opinas, ¿hay que pagar el impuesto al César?
Hoy, el César es Obama, Putin, Rajoy …., es decir, la autoridad, los gobiernos de este mundo.
Jesús responde con otra pregunta; ¿De quién es la imagen que está en las monedas y billetes que usáis?
Dios y el César no son dos opciones que estén al mismo nivel
Lo que pertenece al César es local, temporal, caduco y lleva su imagen y su inscripción. Y nos identificamos con esas imágenes y le pagamos nuestro tributo: en dinero, en tiempo, en propaganda, en ropas… Son nuestras lealtades a las cosas que pasan, a los Césares del momento, a las modas, a los partidos políticos y todos nos piden un impuesto.
Jesús no quiere entrar en ese juego, no quiere caer en la trampa de las pequeñas lealtades de lo temporal y caduco.
Dios no es temporal sino eterno, no es de un lugar o nación sino universal, no pasa como las monedas, permanece siempre, no cambia cada cuatro años como los gobiernos, Dios es siempre.
La imagen de Dios no está grabada en una moneda. La imagen de Dios está grabada en el corazón.
“Dad a Dios lo que es de Dios”. Aquí es donde se sitúa el mensaje de Jesús, en Dios su Padre.
Jesús no vino a dirimir pleitos ni a ser el juez de los negocios humanos, vino a hacernos partícipes del negocio de Dios, la vida divina.
Y Jesús nos pregunta hoy, ¿quién lleva la imagen de Dios? ¿Quién fue hecho a imagen de Dios?
Nosotros, todo ser humano es imagen de Dios.
Nosotros somos, por decirlo de alguna manera, nosotros somos la moneda que Dios hizo y que lleva grabada su imagen.
Si el dólar le pertenece a Washington por llevar su imagen, todo hombre por llevar la imagen de Dios le pertenece a Él.
¿Has caído en la cuenta de que llevas grabada la imagen de Dios y que has sido creado a su imagen y semejanza? Y la inscripción en torno a esa imagen dice; “Tú eres mi hijo, te quiero”.
Nosotros todos somos imagen de Dios, no somos imagen de ningún César.
“Dad a Dios lo que es de Dios”.
Nosotros, los portadores de la imagen de Dios, debemos total lealtad y obediencia a Dios, no al César.
“Dad a Dios lo que es de Dios”.
Jesús vino y viene para restaurar esa imagen manchada por el pecado, para recordarnos que somos obra suya y destinados a la gloria.
Jesús vino para vincularnos con nuestro origen.
Jesús vino para decirnos:
Vosotros sois lo que sois porque lleváis y sois imagen de Dios.
“Dad a Dios lo que es de Dios”.
¿Y qué le puedo dar a Dios? Nada y todo.
Dios no necesita ninguna de las cosas que nos piden los Césares de este mundo: no necesita su voto, ni sus aplausos, ni sus regalos, ni sus impuestos…
Dios te necesita a ti, todo, entero, tu amor, tu lealtad, tu obediencia, tu testimonio…
Dios quiere que su imagen brille en tu vida cada día más.
Dios quiere que seas a tiempo completo su hijo.
Dios quiere que seas su imagen siempre.
Habla de Él con verdadero entusiasmo.
Y muéstrelo a los que no lo conocen.
Y después, trabaja en tu negocio, en tu… para pagar tus facturas.
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