Día litúrgico: Martes II de Adviento
Texto del Evangelio (Mt 18,12-14):
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «¿Qué os parece? Si un
hombre tiene cien ovejas y se le descarría una de ellas, ¿no dejará en
los montes las noventa y nueve, para ir en busca de la descarriada? Y si
llega a encontrarla, os digo de verdad que tiene más alegría por ella
que por las noventa y nueve no descarriadas. De la misma manera, no es
voluntad de vuestro Padre celestial que se pierda uno solo de estos
pequeños».
Comentario
No es voluntad de vuestro Padre celestial que se pierda uno solo de estos pequeños
Hoy,
Jesús nos hace saber que Dios quiere que todos los hombres se salven y
que no es su voluntad «que se pierda [ni] uno solo» (Mt 18,14). Con la
parábola del pastor que busca la oveja que se ha perdido, nos presenta
una figura que conmovió a los primeros cristianos. En la portada del
Catecismo de la Iglesia Católica está grabada esta figura de Jesús Buen
Pastor, que en las catacumbas de Roma está ya presente entre las
primeras imágenes del Señor.Es tan fuerte el querer de Dios de salvarnos que, desde estas palabras hasta la donación incondicional en la Cruz, es Cristo quien nos busca a cada uno para que —libremente— volvamos a la amistad con Él.
De la misma manera que Jesús, los cristianos hemos de tener este mismo sentimiento: ¡que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad! Tal como le gustaba decir a san Josemaría Escrivá, «todos somos oveja y pastor». Hay personas —el propio esposo o la esposa, los hijos, los parientes, los amigos, etc.— para los cuales nosotros, quizá, seamos la única oportunidad que les pueda facilitar la recuperación de la alegría de la fe y de la vida de la gracia.
Siempre podemos dejar el noventa y nueve por ciento de las cosas que nos llevamos entre manos, para rezar y ayudar a aquella persona que tenemos cerca, que amamos y que sabemos que padece alguna necesidad en su alma.
Con nuestra oración y mortificación, y con nuestra fe amorosa, les podemos alcanzar la gracia de la conversión, como santa Mónica consiguió que su hijo Agustín se convirtiera en el “primer hombre moderno” que sabe explicar en "Las confesiones" cómo la gracia actuó en él hasta llegar a la santidad.
Pidamos a la Madre del Buen Pastor muchas alegrías de conversiones.
Oración Colecta
Señor Dios nuestro:
Tú te haces cercano a nosotros en Jesucristo.
Cuando nos extraviamos,
tú nos buscas hasta encontrarnos.
Atráenos de nuevo a ti;
enséñanos el camino hacia ti y hacia los hermanos
por medio de aquél que es nuestro camino,
Jesucristo, tu Hijo y Señor nuestro,
que vive y reina contigo,
en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios Por los siglos de los siglos.
Hermanos: Damos gracias a Dios porque, como buen pastor, se preocupó de nosotros y nos buscó, cuando nos extraviamos por el pecado. Con él y como él, nosotros también queremos preocuparnos de los hermanos extraviados.
Que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo nos acompañe siempre.
Feliz Martes para todos !!!
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Predicamos el Evangelio con tristeza
Martes de la segunda semana de Adviento“Y si llega a encontrarla, os digo de verdad que tiene más gozo por ella que por las noventa y nueve no descarriadas”. (Mt 18,12-14)
Con frecuencia me viene la idea de que, utilizamos demasiados argumentos para demostrar la existencia de Dios. ¡Tengo tan poca fe en los argumentos de la razón!
Cada vez me doy cuenta de que el mejor camino de la gracia para abrir los corazones es la alegría de cuantos hablamos de Dios.
Estoy convencido de que el mejor argumento para despertar la fe de los que aún no creen o, simplemente dudan de ella, sería:
Ver la alegría de una comunidad reunida el domingo, celebrando la memoria de Jesús, cantando y con rostro de fiesta.
La mejor manera de demostrar el verdadero sentido del amor conyugal y de la felicidad familiar, es ver la alegría de los esposos, la alegría de los hijos.
La mejor manera de demostrar que el mundo vive en paz, será sin duda, ver cómo los hombres nos sentimos felices los unos con los otros.
La mejor manera de demostrar el valor de la vocación conyugal, sacerdotal y religiosa, será el ver la alegría con que la viven cada día los esposos, los sacerdotes y los religiosos.
Predicamos mucho el Evangelio. Pero lo hacemos con demasiada tristeza.
Como si anunciásemos malas noticias a los hombres.
¿Por qué no anunciar el Evangelio con gozo, con alegría, como la Buena Noticia de Dios?
¿Por qué ponernos tan serios y, hasta tan antipáticos, y con cara de tranca, cuando predicamos la Palabra de Dios?
Las buenas noticias se comparten y se comunican, no como las defunciones, sino con la alegría de compartir cosas bonitas con los demás.
Argumentos nos sobran. Pero no convierten a nadie.
Nos falta más alegría, para que los demás nos crean lo que les decimos.
Teologías tenemos demasiadas.
Necesitamos más teólogos de la sonrisa, de la alegría, del gusto por Dios.
¿No es esto lo que hoy nos dice la Palabra de Dios?
Isaías, en la primera lectura, habla de “consolar a mi Pueblo” y anunciarle “hablándole al corazón”, no a la cabeza, que Dios se ha puesto de su parte y que ya ha olvidado sus pecados.
Y Jesús, nos habla de buscar lo perdido.
De dejar a los que ya están en casa, para trepar monte arriba, en busca de la oveja descarriada.
Y lo dice en tono de fiesta.
Lo dice de una manera simpática y no con palabras de condena o castigo. “A esta oveja la dejo sin pasto mañana”. La ha encontrado, y eso es lo que importa. El que se haya descarriado ya pasó a la historia.
Y lo dice hablando, no desde sus ideas, sino desde sus propios sentimientos:
“Os digo de verdad, que tiene más gozo por ella que por el resto que está al resguardo en casa”.
Lucas será todavía más explícito que Mateo, porque habla de “hacer fiesta y celebrarlo”.
Y hasta se atreve a decir que, la fiesta se hará también en el cielo. Que también Dios participará en la fiesta y el baile. ¡Perdón, porque me imagino que, para algunos, esto de “Dios bailando” debe ser una tremenda falta de respeto!
Pero, dime con sinceridad: ¿Cuántas veces habrá bailado Dios en el Cielo, porque tú regresabas a la vida de gracia en la confesión? La pena es que, quien te absolvió en su nombre, nunca tuvo la valentía de darse un bailecito al despedirse de ti.
Pero eso es Evangelio. Eso es anunciar “la Buena Noticia”: anunciarla con alegría, haciendo fiesta y no velorio moralizante. Eso es la “consolación de Dios a sus hijos”.
Acaso la Navidad ¿no es la Fiesta de la alegría de Dios en su abrazo con los hombres?
Oración de la alegría
Señor: Concédeme el don de la alegría de tu Evangelio.
La alegría de las flores, que sonríen sin hacer ruido,
que alegran el jardín, sin decir nada.
La alegría de las flores, que perfuman calladas el ambiente,
que se dejan cortar sin quejarse.
La alegría de las flores, que se mueren sin lamentarse.
Te pido la alegría, de sentirme a gusto conmigo mismo.
La alegría de hacer felices a los otros anunciándoles tu Evangelio.
La alegría de que los demás, se sientan a gusto a mi lado
y que Tú haces fiesta por su regreso al redil.
La alegría de estar siempre alegre.
La alegría de tu Evangelio que me habla de amor, de comprensión y de perdón.
Que me habla de gracia y gratuidad. Me habla de Ti, como Padre.
La alegría de sonreírte a Ti, pase lo que pase en mi vida.
Porque Tú eres “mi música, Señor”
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