Evangelio y Comentario de hoy Miercoles 06 de Noviembre 2013

Día litúrgico: Miércoles XXXI del tiempo ordinario
Texto del Evangelio (Lc 14,25-33): En aquel tiempo, caminaba con Jesús mucha gente, y volviéndose les dijo: «Si alguno viene donde mí y no odia a su padre, a su madre, a su mujer, a sus hijos, a sus hermanos, a sus hermanas y hasta su propia vida, no puede ser discípulo mío. El que no lleve su cruz y venga en pos de mí, no puede ser discípulo mío.

»Porque ¿quién de vosotros, que quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, y ver si tiene para acabarla? No sea que, habiendo puesto los cimientos y no pudiendo terminar, todos los que lo vean se pongan a burlarse de él, diciendo: ‘Este comenzó a edificar y no pudo terminar’. O ¿qué rey, que sale a enfrentarse contra otro rey, no se sienta antes y delibera si con diez mil puede salir al paso del que viene contra él con veinte mil? Y si no, cuando está todavía lejos, envía una embajada para pedir condiciones de paz. Pues, de igual manera, cualquiera de vosotros que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío».
Comentario
El que no lleve su cruz y venga en pos de mí, no puede ser discípulo mío
Hoy contemplamos a Jesús en camino hacia Jerusalén. Allí entregará su vida para la salvación del mundo. «En aquel tiempo, caminaba con Jesús mucha gente» (Lc 14,25): los discípulos, al andar con Jesús que les precede, deben aprender a ser hombres nuevos. Ésta es la finalidad de las instrucciones que el Señor expone y propone a quienes le siguen en su ascensión a la “Ciudad de la paz”.

Discípulo significa “seguidor”. Seguir las huellas del Maestro, ser como Él, pensar como Él, vivir como Él... El discípulo convive con el Maestro y le acompaña. El Señor enseña con hechos y palabras. Han visto claramente la actitud de Cristo entre el Absoluto y lo relativo. Han oído de su boca muchas veces que Dios es el primer valor de la existencia. Han admirado la relación entre Jesús y el Padre celestial. Han visto la dignidad y la confianza con la que oraba al Padre. Han admirado su pobreza radical.

Hoy el Señor nos habla en términos claros. El auténtico discípulo ha de amar con todo su corazón y toda su alma a nuestro Señor Jesucristo, por encima de todo vínculo, incluso del más íntimo: «Si alguno viene donde mí y no odia (…) hasta su propia vida, no puede ser discípulo mío» (Lc 14,26-27). Él ocupa el primer lugar en la vida del seguidor. Dice san Agustín: «Respondamos al padre y a la madre: ‘Yo os amo en Cristo, no en lugar de Cristo’». El seguimiento precede incluso al amor por la propia vida. Seguir a Jesús, al fin y al cabo, comporta abrazar la cruz. Sin cruz no hay discípulo.

La llamada evangélica exhorta a la prudencia, es decir, a la virtud que dirige la actuación adecuada. Quien quiere construir una torre debe calcular si podrá afrontar el presupuesto. El rey que ha de combatir decide si va a la guerra o pide la paz después de considerar el número de soldados de que dispone. Quien quiere ser discípulo del Señor ha de renunciar a todos sus bienes. ¡La renuncia será la mejor apuesta!


Oración Colecta
Oh Dios, Padre nuestro:
Hemos aceptado tu invitación
a seguir a tu Hijo Jesús como discípulos suyos.
No sabemos lo que el futuro nos deparará,
sin embargo, estamos dispuestos a vivir con alegría y  esperanza
sin temor ni desaliento.
Danos la fuerza de tu Espíritu
para tomar en serio nuestra fe
y para aceptar con todas sus consecuencias
nuestra misión en la vida,
porque estamos seguros 
de que Jesús nos llevará a ti,
Dios nuestro amoroso, por los siglos de los siglos.

Hermanos: No nos gustan ni cruces ni sufrimiento, ni tienen por qué. Pero queremos a Jesús y él nos quiere. Y ahora nos dice: Si me quieres, sígueme, también cuando el camino sea escabroso, y cuando nuestra integridad y coherencia como cristianos exija sacrificios.
Para que sepamos ser siempre fieles a Jesús, imploremos que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda y nos acompane siempre.
Que tengan feliz y maravilloso dia Miercoles !!!

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Miércoles de la semana 31 del Tiempo Ordinario
"Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que pasan, diciendo: “Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar”. (Lc 14,25-33)
No sé si ahora, pero en aquellos tiempos en las carreras ciclistas, recuerdo que al último coche le llamaban “coche escoba”, porque iba recogiendo a los que las fuerzas ya no les daba para más y se descolgaban y retiraban.
Era una manera diplomática para no decir “el coche de los fracasados”.
De los que comenzaron la carrera, pero no pudieron llegar hasta el final.

¡Cuántas cosas comenzamos ilusionados y nos quedamos a medio camino!
¡Cuántas ilusiones al comenzar y cuántas desilusiones luego en el andar!
¡Cuántas ideales que poco a poco se van apagando y terminan en nada!
¡Cuántos bautismos celebrados con gran fiesta y que luego hasta uno se olvida de la fecha!
¡Cuántos matrimonio celebrados por todo lo grande y hasta con “luna de miel”, y que a los pocos años terminan en el aburrimiento, cansancio y ruptura!
¡Cuántas vocaciones que comenzaron con gran generosidad y luego se quedaron para ser recogidos por el “coche escoba”.
¡Cuántos comenzamos de niños con ilusión de ser grandes hombres y nos hemos quedado sentados en la vulgaridad!

Jesús es bien claro y no se anda por las ramas.
No quiere entusiasmos que sean fuegos artificiales.
Jesús no quiere gente obligada que le siga quejumbrosa.
Jesús quiere seguidores con libertad y con decisión y responsabilidad.
Jesús no quiere seguidores a medias.
El lo dijo “o sí o no”, nada de medias tintas.
Por eso nos pide que:
Antes lo pensemos bien.
Antes sopesemos nuestras fuerzas.
Antes hagamos un discernimiento claro de nuestras opciones.
“Ser o no ser” ese es el dilema.

Y seguirle, Él lo sabe muy bien, no es fácil.
Por eso se requiere plantearnos con sinceridad si estamos o no dispuestos a jugarnos enteros.
Seguirle significa hacerle centro de nuestras vidas.
Seguirle significa ser capaces de sacrificarlo todo por Él.
Seguirle significa incluso sacrificar muchos valores humanos naturales.
“El que no renuncia a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío”.

Yo me temo que muchos puedan reírse de nuestro cristianismo.
Yo me temo que muchos puedan reírse de mi sacerdocio vivido a media caña.
Yo me temo que muchos puedan reírse de la Iglesia acomodaticia.
Yo me temo que muchos puedan reírse de tantos cristianos que viven su fe aguada.
Yo me temo que muchos puedan reírse de tantas palabras bonitas que no cuajan en realidades.

Seguir a Jesús es hermoso y bello.
Pero no tiene nada de fácil.
Algunos piensan que ser cristiano es de gente débil y sin personalidad.
Personalmente les ofrezco el reto.
Y verán que para ser cristiano se requiere mucho coraje y mucha decisión y valentía.
Uno no puede bautizarse simplemente para tener una gran fiesta.
Uno no puede casarse por la Iglesia si no está dispuesto a llegar hasta el final.
“Amarte y servirte todos los días de mi vida”.
Esto suena bonito el día de la boda.
Con el correr de los días puede que suene a chatarra.

De ahí que Jesús nos diga: “no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla”. El Joven rico llegó corriendo y hasta se puso de rodillas, pero luego vio que no estaba dispuesto a pagar el costo y se echó atrás”.
¿No será preferible echarnos atrás, a que luego nos quedemos solo con los cimientos, los comienzos, porque no somos capaces de llegar más lejos?

juanjauregui.es