Evangelio y Comentario de hoy Sabado 26 de Octubre 2013

Día litúrgico: Sábado XXIX del tiempo ordinario
Texto del Evangelio (Lc 13,1-9): En aquel tiempo, llegaron algunos que le contaron lo de los galileos, cuya sangre había mezclado Pilato con la de sus sacrificios. Les respondió Jesús: «¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que todos los demás galileos, porque han padecido estas cosas? No, os lo aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo. O aquellos dieciocho sobre los que se desplomó la torre de Siloé matándolos, ¿pensáis que eran más culpables que los demás hombres que habitaban en Jerusalén? No, os lo aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo».

Les dijo esta parábola: «Un hombre tenía plantada una higuera en su viña, y fue a buscar fruto en ella y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: ‘Ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro; córtala; ¿para qué va a cansar la tierra?’. Pero él le respondió: ‘Señor, déjala por este año todavía y mientras tanto cavaré a su alrededor y echaré abono, por si da fruto en adelante; y si no da, la cortas’».
Comentario
Fue a buscar fruto (...) y no lo encontró
Hoy, las palabras de Jesús nos invitan a meditar sobre el inconveniente de la hipocresía: «Un hombre tenía plantada una higuera en su viña, y fue a buscar fruto en ella y no lo encontró» (Lc 13,6). El hipócrita aparenta ser lo que no es. Esta mentira llega a su cima al fingir virtud (aspecto moral) siendo vicioso, o devoción (aspecto religioso) al buscarse uno mismo y sus propios intereses y no a Dios. La hipocresía moral abunda en el mundo, la religiosa perjudica a la Iglesia.

Las invectivas de Jesús contra los escribas y fariseos —más claras y directas en otros pasajes evangélicos— son terribles. No podemos leer o escuchar lo que acabamos de leer o escuchar sin que estas palabras nos lleguen al fondo del corazón, si realmente las hemos escuchado y entendido.

Lo diré en plural personal, ya que todos experimentamos la distancia entre lo que aparentamos ser y lo que somos de veras. Lo somos los políticos cuando nos aprovechamos del país proclamando que estamos a su servicio; los cuerpos de seguridad cuando protegemos a grupos corruptos en nombre del orden público; el personal sanitario cuando suprimimos vidas incipientes o terminales en nombre de la medicina; los medios de comunicación social cuando falseamos las noticias y pervertimos al personal diciendo que lo estamos divirtiendo; los administradores de los fondos públicos cuando desviamos una parte de ellos hacia nuestros bolsillos (individuales o de partido) y alardeamos de honestidad pública; los laicistas cuando impedimos la dimensión pública de la religión en nombre de la libertad de conciencia; los religiosos cuando vivimos de nuestras instituciones con infidelidad al espíritu y a las exigencias de los fundadores; los sacerdotes cuando vivimos del altar pero no servimos abnegadamente a nuestros feligreses con espíritu evangélico; etc.

¡Ah!: y tú y yo también, en la medida en que nuestra conciencia nos dice lo que tenemos que hacer y dejamos de hacerlo para dedicarnos únicamente a ver la paja en el ojo ajeno sin querer darnos cuenta siquiera de la viga que ciega el nuestro. ¿O no?

—Jesús, Salvador del mundo, ¡sálvanos de nuestras pequeñas, medianas y grandes hipocresías!



Oración
Señor Dios nuestro:
Tú entras en nuestra existencia, rota y dividida como está
y con la muerte inscrita en ella,
para hacernos libres con la vida de tu Espíritu.
Que ojalá sepamos dar espacio a tu mismo Espíritu
para que trabaje en nosotros,
nos unifique interiormente
y renueve nuestro ser y nuestras acciones,
para que, con su ayuda,
venzamos a las fuerzas del mal en nosotros.
Que no nos talen como a árboles estériles y sin fruto,
sino que vivamos para comunicar vida y amor
por medio de Jesucristo nuestro Señor.


Hermanos: Dios envió a su Hijo para quitar el pecado del mundo y para hacernos vivir en el Espíritu, que nos trae vida y paz. Vivamos, pues, la vida del Espíritu, con la bendición de Dios todopoderoso, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Que tengan un Sabado regalado de Bendiciones!! 

siguenos en https://www.facebook.com/snfranciscoxavier.comunidadcatolica 

Sábado de la semana 29 del Tiempo Ordinario “Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: “Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar frutos en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde? Pero el viñador contestó: “Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas”. (Lc 13,1-9)
El texto comienza recordándole a Jesús la suerte de aquellos galileos a quienes Pilato eliminó. Y también aquellos que murieron aplastados por la torre de Siloé.
Siempre resulta más fácil recordar la suerte de los demás que la propia.
Siempre resulta más fácil recordar lo que hicieron los demás que lo que hacemos nosotros.
Siempre resulta más fácil recordar lo que nos hicieron a nosotros que lo que nosotros hemos hecho a los demás.
Siempre resulta más fácil tomar conciencia de lo que son los demás que lo que somos nosotros.
Siempre resulta más fácil pedir cuentas de lo que otros hacen de lo que hacemos.
Pero Jesús es bien claro:
Olvidad lo que pasó a los demás.
Pensad en lo que os puede suceder a vosotros.
Olvidad lo que hicieron los demás.
Pensad en lo que vosotros hacéis.
Olvidad la suerte que corrieron otros.
Pensad en la que os espera a cada uno de vosotros.
Porque no es pensando en lo que hacen los demás cómo se solucionan las cosas.
El problema está en qué hacemos nosotros.
El problema está en lo que somos nosotros.
El problema no son los otros.
El problema soy yo.
El problema no es cómo piensan los otros.
El problema está en cómo pensamos nosotros.
El problema no está en lo buenos o malos que son los otros.
El problema está en lo bueno o malos que somos cada uno.
¡Cuidado con mirar a los demás y olvidarnos de mirarnos a nosotros mismos!
Porque, todos somos la posible higuera de la que se esperan frutos y no los tiene.
Porque, todos somos la posible higuera, a la que año tras año se le reclaman higos y no los tiene.
Porque, todos somos la posible higuera, que tiene mucha apariencia pero somos inútiles.
Porque, todos somos la posible higuera, que debiera dar frutos de gracia y de santidad.
Porque, todos somos la posible higuera que, florecen apariencias pero no pasa de eso, apariencias.
Porque, todos somos la posible higuera que estamos inútilmente, lamentándonos de los demás, pero sin hacer nosotros algo que valga la pena.
Es el momento de la autorreflexión.
Es el momento de mirarnos a nosotros mismos y no fijarnos tanto en los otros.
Es el momento en que cada uno debemos preguntarnos:
Qué frutos de verdad estamos dando cada día.
Qué frutos de bondad estamos dando cada día.
Qué frutos de alegría estamos dando cada día.
Qué frutos de comprensión de los demás estamos dando cada día.
Qué frutos de amor estamos dando cada día.
Qué frutos de santidad estamos dando cada día, sin preocuparnos tanto de los frutos de pecado de los demás.
Tenemos la tremenda suerte de que nuestro viñador es Dios Padre.
Que siempre sabe esperar un año más.
Que cada día sabe abonar nuestras raíces con su amor.
Que cada día sabe regalarnos nuevas posibilidades.
Pero, uno se pregunta:
¿Y hasta cuándo Dios seguirá esperando?
¿Y hasta cuándo seguiremos abusando de la gracia de Dios?
¿Y hasta cuándo decidiremos tomar en serio nuestro Bautismo?
¿Y hasta cuándo decidiremos tomar en serio nuestra condición de hijos de Dios?
¿Y hasta cuándo Dios nos seguirá aguantando como inútiles en la viña de su Iglesia?
Agradezcamos a Dios que sabe soportarnos.
Agradezcamos a Dios que sabe esperarnos.
Agradezcamos a Dios que sigue abonando nuestras vidas para que den fruto.
juanjauregui.es