Nuestra Fe y Nuestra Esperanza
En la liturgia de la palabra de hoy encontramos en la primera carta del apóstol San Pedro, una invitación enorme cargada de exigencias, inteligencia y compromiso; dice el apóstol: "ESTAD SIEMPRE LISTOS A DAR RAZÓN DE VUESTRA ESPERANZA A TODO EL QUE OS PIDA UNA EXPLICACIÓN".
Cuando nuestra fe y nuestra esperanza, se traducen solamente en una serie de celebraciones culturales, nos es imposible dar razón de Jesucristo y del por qué creemos en Él.
Cuando nuestra fe y nuestra esperanza están ancladas en la sola costumbre y tradición, no podemos dar razón del Resucitado.
Cuando nuestra fe y nuestra esperanza se entienden aún desde el mito, no podemos dar razón de aquel que es el centro de nuestra vida.
Cuando nuestra fe y nuestra esperanza no han traspasado los umbrales de la magia, no estamos en capacidad de dar razón del contenido de nuestra fe: Jesucristo.
Cuando nuestra fe y nuestra esperanza son concebidas como expresiones intimistas que no permiten el encuentro con el otro, no podemos dar razón de nuestra espiritualidad.
Cuando nuestra fe y nuestra esperanza no nos permiten ver aún el rostro de Cristo en los desposeídos, no podemos dar razón de nuestro encuentro con Él.
Cuando nuestra fe y nuestra esperanza se reducen a un templo, perdiendo de vista que Jesucristo acontece en el mundo, nos es difícil dar razón de nuestras creencias.
Cuando nuestra fe y nuestra esperanza no se fundamentan en el RESUCITADO, es un sinsentido las razones que las explican.
Hermanos y hermanas, dar razón de nuestra esperanza de acuerdo con la invitación del apóstol Pedro, es dar razón de nuestra fe, es hablar de Jesús después de haberlo experimentado en lo más íntimo del corazón, dar razón de nuestra fe y de nuestra esperanza es contemplar la presencia de Jesucristo en la vida de nuestros hermanos, es proyectarlo en nuestros sitios de trabajo, es hablar de Él sin fanatismo alguno pero si con un inmenso amor y lúcida racionalidad.
Dar razón de nuestra esperanza es vivir el contenido del evangelio de hoy: "EL AMOR"; dar razón de nuestra fe y nuestra esperanza es creer en las promesas de Jesús y ser testigos de ellas: "NO LOS DEJARE SOLOS, LES ENVIARE EL PARÁCLITO", dar razón de nuestra fe y de nuestra esperanza es tener para los otros, palabras y comportamientos de reconciliación, de perdón, amor y fortaleza.
En este domingo se nos pide a los creyentes hacer el tránsito de la simple cristiandad a la etapa de evangelización, es decir del creer por creer a un creer consciente y racional.
Que el Corazón Inmaculado de María, junto con los dones del Espíritu Santo, dispongan nuestra vida y nuestro pensamiento para dar razón de nuestra esperanza, de lo que creemos y en quién creemos.
P. Ernesto León D. o.cc.ss
Superior Viceprovincial de Oblatos